Bush toma la palabra durante la reunión con Obama y McCain. /AFP
crisis económica

Los demócratas afirman que están acercando posturas con los republicanos

La oposición de los más conservadores está ralentizando las negociaciones, pese a lo cual los demócratas, y el propio presidente Bush, se han mostrado algo más optimistas y conciliadores

WASHINGTON Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Los legisladores se han enfrascado en una nueva e intensa ronda de negociación de un rescate financiero, con un moderado optimismo de los demócratas y del presidente George W. Bush, pero con la dura oposición de los republicanos más conservadores. Los congresistas y senadores trabajan contrarreloj para ganar un acuerdo sobre las medidas que ha puesto sobre la mesa el Gobierno por importe de 700.000 millones de dólares, y que permitirá a la banca de Wall Street librarse de su deuda "tóxica".

Pero las posturas siguen todavía enfrentadas, los demócratas han informado que se están acercando posturas, en palabras de la presidenta de la Cámara Baja, la demócrata Nancy Pelosi.Los desencuentros entre ambos grupos quedaron en evidencia en la caótica jornada de ayer, cuando un grupo de republicanos de la Cámara Baja se desvinculó abruptamente del principio de acuerdo que había alcanzado antes un grupo de líderes de ambos partidos. La oposición de este grupo llevó al fracaso a la reunión sin precedentes que convocó Bush en la Casa Blanca con los dos candidatos a sucederle, Barack Obama y John McCain, y con líderes de los dos partidos.

La tensión del encuentro de ayer provocó algunos momentos curiosos, como cuando el secretario del Tesoro, Henry Paulson, hincó una rodilla en tierra ante la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, para implorar que no se oponga al programa de rescate. Según narra The New York Times, Pelosi le dijo que no eran los demócratas los que estaban poniendo impedimentos, sino los republicanos. "Lo sé, lo sé", contestó Paulson.

Un plan alternativo

Hoy, las espadas conservadoras siguen en alto, como ha desvelado el líder republicano en la Cámara Baja, John A. Boehner, quien ha asegurado que su misión es "proteger a los contribuyentes" y que, por tanto, se niega a apoyar el desembolso de 700.000 millones de dólares del erario público.

En un intento de avanzar, el Congreso ha decidido concentrar la negociación en cuatro personas, que se encargarán de limar las diferencias, como son los demócratas Chris Dodd y Barney Frank, y los republicanos Judd Gregg y Roy Blunt, este último perteneciente al grupo más contrario al acuerdo.

Los republicanos más conservadores han puesto sobre la mesa un plan alternativo, que consiste en una combinación de recortes de impuestos y un seguro que cubra a la "deuda tóxica" de la banca, y que permita liberar este capital en los mercados.

Una actitud más conciliadora, en busca del acuerdo

La oposición de los más conservadores está ralentizando las negociaciones, pese a lo cual los demócratas, y el propio presidente Bush, se han mostrado algo más optimistas y conciliadores: "Vamos a lograr aprobarlo. Estaremos a la altura de las circunstancias. Republicanos y demócratas trabajaremos unidos para aprobar un plan de rescate sustancial", ha asegurado el presidente.

Poco después, el líder de la mayoría en el Senado, el demócrata Harry Reid, ha apuntado, en esta misma línea, que "vamos a lograrlo, y vamos a prolongar las sesiones hasta conseguirlo", echando por tierra los planes iniciales del Congreso de empezar el descanso hasta las elecciones, el 4 de noviembre. La portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino, ha coincidido con Reid en que lo ideal sería lograr un acuerdo antes de que los mercados de Wall Street abran sus puertas el próximo lunes.

Con sus esfuerzos, los legisladores están tratando de cerrar las heridas que se abrieron ayer, cuando se hizo evidente la incapacidad de los dos frentes de acercar posturas. El demócrata Harry Reid ha echado parte de la culpa del fracaso de ayer al candidato presidencial republicano, John McCain, a quien acusa de intentar convertir la negociación en una plataforma electoral.