Paco de Lucía (guitarra en mano), junto a Camarón de la Isla, en 1980. / Archivo
cultura

El flamenco pierde su luz

Paco de Lucía fallece en México a los 66 años víctima de un infartoEl cuerpo del guitarrista será enterrado en su ciudad, Algeciras, que llora la despedida de su artista más universal

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

«Cuando Dios nos da la vida, también nos condena a muerte». Misterio insondable y certero, la muerte. De lo único que se está seguro en vida, de que llegará el día del adiós. También a los genios. Hasta para quien a mitad de su existencia ya ha traspasado la barrera de la leyenda, sentado en el olimpo de los dioses terrenales, legado la más estratosférica obra de su tiempo. Habrá un día en que nos visitará, uno por uno. A todos. Lo sabía Antonio Sánchez Pecino. Lo escribió para un fandango que popularizarían después dos monstruos. Lo recuerda su lápida, en la que su cuerpo mora junta al de su mujer Luzia Gomes, La portuguesa, que dio nombre al clan familiar. Antes del fin, Paco «vivió como quiso», haciendo frente a las dos sentencias que se le impusieron al nacer en el barrio algecireño de La Bajadilla: la primera, la fecha de su muerte, la otra, la guitarra. De ninguna, aunque la segunda lo hace inmortal, pudo huir el genio gaditano.

«Miércoles 26 de febrero de 2014... el dolor ya tiene fecha para nuestra familia. Anoche se nos fue el padre, el hermano, el tío, el amigo y se nos fue el genio Paco de Lucía. No hay consuelo para los que le queremos y le conocemos pero sabemos que para los que le quieren sin conocerle tampoco», arranca el comunicado que ayer mandaron los familiares del guitarrista y compositor gaditano, apenas unas horas después de que el mundo entero se sobrecogiera por el repentino fallecimiento del artista, ocurrido mientras jugaba con sus dos hijos pequeños en una playa cercana a su residencia mexicana. «La vida nos lo prestó unos maravillosos años en los que llenó este mundo de belleza y ahora se lo lleva. Gracias por tanto... y buen viaje amado nuestro».

El último que emprenderá -al cierre de esta edición aún se desconocía la hora- lo traerá de nuevo a su tierra, a Algeciras. El Teatro Municipal de La Florida acogerá una capilla ardiente que se prevé multitudinaria. Como masiva, cariñosa y unánime ha sido la respuesta de los españoles, y del mundo entero, tras conocer la triste noticia. El río de la vida de Paco de Lucía irá a parar al mar en su adiós. Frente a uno nació, en otro murió. En el paraíso caribeño se refugiaba de la condena que cargaba desde muy niño, la guitarra, «una hija de la gran puta» que le comía el coco. Que le picaba con un gusto casi masoquista, a la que veneraba y casi odiaba porque no era capaz de dejar de acariciarla. De tocarla e inventarla. Porque con ella centrifugó varias veces los cánones del flamenco, para después situarse él - en sus declaraciones- que prefería el término medio en el debate entre purismo e innovación. El algecireño universalizó un arte hasta entonces reservado para las ventas y lo mezcló con otros géneros como el jazz, la salsa, la bosa-nova e incluso el pop. En su preciosista tarea del mestizaje, Francisco Sánchez Gómez, Paco de Lucía, introdujo el cajón en sus composiciones. A sus manos cayeron rendidos otros genios de las cuerdas como Eric Clapton o Carlos Santana, tocó con Chick Corea, vendió más de un millón de copias con el disco 'Friday night in San Francisco' (1981), grabado junto a John McLaughlin y Al Di Meola y dio el toque maestro al single 'Have You Ever Really Loved a Woman' del canadiense Bryan Adams, una canción nominada al Oscar como Mejor Banda Sonora por la película de la cual formó parte, 'Don Juan De Marco'.

Su universidad, la constancia Estos nombres engrandecieron una figura que muchos estudiosos comparan ya con otras de la música clásica como Falla o Mozart, a pesar de que carecía de estudios reglados. Su universidad fue la constancia, esa entrega que le «comía el coco», su escuela, su familia. Paco de Lucía (Algeciras, 1947) recibió las primeras clases de guitarra de su padre, que a su vez había aprendido de la mano de Manuel Fernández 'Titi de Marchena' (primo hermano de Melchor de Marchena, 1907-1980) en los años veinte, y de su hermano mayor Ramón de Algeciras (1938-2009). Con tan sólo catorce grabó su primer disco, junto a su hermano Pepe -padre de la cantante Malú- en el dúo 'Los chiquitos de Algeciras'. Desde ayer la ciudad al borde del Estrecho le rinde honores y agradece que el nombre del maestro llevara el apellido de la tierra en un libro de condolencias que no deja de sumar páginas. Muchas las escriben los flamencos de medio planeta porque también ellos deben de aplaudirle al genio gaditano lo que éste hizo por la profesión. Sus trabajos y su ejemplo no valieron sólo para arrancar el género de los brazos de la noche, las juergas y los bujíos, sino también para darle brillo a quienes lo llevaban en sus gargantas, sus pies o sus guitarras. Lo defendió con garra antes de que lo protegiera la declaración de la UNESCO. En 2004, cuando recibió el Príncipe de Asturias -el único artista flamenco que lo posee-exclamó: «¡A ver si se llena la nevera de los flamencos!», harto de que a la «música del corazón» no se le tratara con la justicia que merecía.

No hay Paco de Lucía sin Camarón, ni el de La Isla sin Paco. Apuntan que menuda fiesta estarán montando ahí arriba ahora los dos amigos. Los dos genios gaditanos. A pesar de que su relación sufriera altibajos -quizá más la profesional-, no se entiende al uno sin el otro. Y el flamenco y su revolución sin alguno de los dos. Se conocieron en Madrid a mediados de los años 60 y grabaron diez discos entre 1968 y 1977. Paradojas de la vida, el de Algeciras no firmó el mítico 'La leyenda del tiempo' que produjera ahora hace 35 años Ricardo Pachón. A la muerte del cantaor de San Fernando, con quien colaboró en su último disco 'Potro de rabia y miel', canceló todas sus actuaciones e incluso estudió la posibilidad de dejar para siempre el instrumento. Se cerraba una etapa y abría nuevas. La que se ha quedado pendiente, cuentan, pasar una larga temporada en Cuba. Antes, mucho antes, Paco de Lucía ya había vuelto del revés la forma de acompañar la interpretación flamenca de la guitarra. Su emblema, esa rumba postrera -la compuso para rellenar un disco- 'Entre dos aguas' (1973), que permaneció 20 semanas en la lista de éxitos españoles.

En 1981, Paco de Lucía fundó su Sexteto, integrado por sus hermanos Ramón de Algeciras (segunda guitarra), Pepe de Lucía (cante y palmas), Jorge Pardo (saxo y flauta), Rubén Dantas (percusión) y Carles Benavent (bajo), lo que le permitió revolucionar el concepto de grupo flamenco.

La amplia discografía del maestro que suma más de treinta discos, dio su último fruto en el año 2004 con el disco 'Cositas Buenas' -en 2011 publicó 'En vivo', un álbum en directo-. También recuperó recientemente su faceta de productor, con el disco de la joven cantaora La Tana y su disco 'Tú, ven a mí', que vio la luz en 2005. Deja un álbum póstumo 'Canción andaluza', un trabajo de coplas que según ha confirmado Universal se publicará en el mes de abril.

Premios y reconocimientos

Entre los merecidos galardones del guitarrista, se encuentran el Premio Nacional de Guitarra de Arte Flamenco, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (1992), Distinción de Honor de los Premios de la Música (2002), el Pastora Pavón La Niña de los Peines de la Junta de Andalucía (2002), el Príncipe de Asturias de las Artes (2004) y el Grammy al mejor álbum flamenco (2004). Su magisterio ha sido reconocido además con la distinción de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Cádiz (2007) y por la Berklee College of Music (2010).

Poco dado a entrevistas y ansioso por el anonimato, el guitarrista se refugiaba durante largas temporadas en su casa de Yucatán, frente al Caribe. Allí se encontraba la tarde de este martes con su hijo menor, Diego, segundo fruto de su relación con Gabriela Carrasco, -con su primera esposa, Casilda Varela, tuvo otros tres vástagos-. Frente al mar, jugando al fútbol, otra de sus pasiones, empezó a descabalgar el ritmo de su corazón. Entró por su propio pie a un hospital de Playa del Carmen, pero no pudo superar el infarto masivo que había sufrido minutos antes. Sus restos fueron trasladados a una funeraria de Cancún, al norte de Playa del Carmen, la única de la zona que prepara los cuerpos para su traslado internacional, paso que se espera completar en las próximas horas. Fuentes diplomáticas dijeron a Efe que se están realizando los trámites para la repatriación del cadáver del artista, pero existen problemas porque no hay un vuelo directo entre Cancún.

Las mismas fuentes dijeron que entre las opciones que se están manejando figura la de enviar los restos de Paco de Lucía en un avión privado o mandarlo a España a través de la capital mexicana. Ello porque el primer vuelo directo entre Cancún y Madrid no sale hasta mañana. El Ayuntamiento de Algeciras, que ha decretado tres días de luto, tiene todo preparado para recibirle.

Su biógrafo y amigo, el también campogibraltareño Juan José Téllez, ha dicho de Paco de Lucía -le han tildado de emblema, revolucionador, símbolo, virtuoso, un músico irrepetible- que el guitarrista era «un gran vividor» con una enorme «voluntad vitalista» que siempre animaba a «apurar la vida». Porque él sabía, como su padre magistralmente compuso en un fandango que luce como epitafio en el mismo cementerio donde será enterrado en los próximos días, que lo único seguro de esta vida es que habrá un día de despedida.