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#Ucrania

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En el jardín del infierno siembran semillas de odio, riegan las flores con sangre y recogen los muertos del suelo. Un diablo para todo lo que vuela, un misil Buk ha asesinado 298 personas, de entre ellos 80 niños, que volaban sobre Ucrania y cuyos cuerpos acabaron lloviendo sobre los campos y granjas de Donetsk. «Un mar de cadáveres de mujeres y niños».

Hace años un millón de voces se hubiesen levantado contra esta injusticia, el mar de cadáveres hubiese traído una marejada de indignación. Hoy apenas es 'trending topic'. Ni manifestaciones, ni protestas ni ocupaciones de embajadas. En la memoria posmoderna perdura más el último escándalo de Cirus Miley o la última parida de Justin Bieber, que los casi 300 muertos sobre las tierras de Ucrania.

Muchos olvidan pero algunos callan. ¿Dónde están ahora los de Podemos?; ¿dónde está Sánchez Gordillo?; ¿dónde están hoy LLamazares o el hijo de Carrillo?; ¿preocupados en quitar la capilla de la Universidad Complutense?; ¿ocupando las Turquillas?; ¿preocupados por desenterrar a los muertos de la Guerra Civil?

No quiero decir que se hayan alegrado con lo que ha pasado. Pero ya está bien de esa manía de que Rusia mola. Esto no lo ha provocado la «guerra de perros de EEUU y la OTAN» de la que habla Venezuela, ni el Obama del que habla Castro. Ha sido Putin. Y dada la extrema inhumanidad del asesinato de 300 personas, se echa de menos un requerimiento expreso al líder ruso Putin para que termine con la guerra de Ucrania.

El comunismo en el siglo XXI sólo tienen dos salidas: la dictadura como en Cuba o el capitalismo como en China. Ha sido la propia incompetencia del sistema comunista la que ha librado a sus súbditos de su yugo. Y esto es así lo quieran entender los de la izquierda española o no.