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El más barato

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No porque no se usen no dejan de ser de curso legal. Vienen recogidas en el diccionario de la RAE. Abdicar, renunciar, dimitir, cesar, ceder, retirar, abandonar, eludir,... estas palabras se han puesto de moda. Ha tenido que ser nuestro único monarca de la Democracia el que haya recuperado una tradición hasta ahora desconocida.

El debate está servido ¿monarquía o república? Uno rancio, con olor a cerrado y más cercano al inmovilismo. El otro, democrático, con toques de libertad, más acorde con los tiempos que corren. Pero en ambos casos, el rey de una monarquía constitucional o el presidente de una república, ¿tienen realmente poder? ¿O son meras figuras constitucionales que para lo único que sirven es para sancionar y proclamar las leyes que manan de los parlamentos?

Desde que Platón escribiera, en forma de diálogo con su maestro Sócrates, su obra cumbre 'La República' mucho han evolucionado las diferentes formas de gobierno. Todas ellas se basan en tres elementos fundamentales, el territorio sobre el que ejercen su influencia, la población a la que tienen bajo su tutela y la forma de ejercer su poder, incluso el poder mismo. La forma de elección de la Jefatura del Estado es lo que diferencia a una monarquía de una república. Monarquías Parlamentarias o Repúblicas Presidencialista. Monarquía Absolutistas o Repúblicas Parlamentarias.

En nuestro modelo constitucional, Monarquía Parlamentaria, el Rey, aun manteniendo su posición como jefe de estado, tiene poderes muy limitados o meramente simbólicos. El poder ejecutivo es ejercido en su nombre por el gobierno, dirigido por el presidente. Éste es nombrado a través de procedimientos fijados por la ley, que en la práctica significan el nombramiento del líder del partido o coalición con mayor representación en un parlamento. En nuestra Constitución, el primer artículo dedicado a la Corona, es el 56. Consta de tres párrafos, en el primero de ellos se califica al Rey como Jefe del Estado y se le atribuyen las tres grandes funciones de la institución; en el segundo se hace referencia a los títulos del Rey, y en el último, se consagran dos privilegios del Monarca: la inviolabilidad y la irresponsabilidad. Asuntos estos que merecerían ser revisados. Son otros tiempos. A Felipe VI le queda la ardua labor de convencer a la ciudadanía.

En estos casi cuarenta años de democracia y de monarquía constitucional como sistema político, si hubiésemos sido una República, tendríamos un presidente de la República, y nueve expresidentes, con sus respectivos privilegios y prebendas vitalicios. Puestos a elegir entre Monarquía y República me decanto por el sistema más barato, a fin de cuentas lo pagamos entre todos.