El presidente del Gobierno comparece ante los medios tras la cumbre de mandatarios europeos celebrada en Bruselas. :: HORST WAGNER / EFE
ESPAÑA

Rajoy asegura que no se siente amenazado por el ingreso de Bárcenas en prisión

División en el partido entre los dirigentes que piden cautela con el extesorero y los que no temen que «tire de la manta»

MADRID. Actualizado: Guardar
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A Mariano Rajoy, que sigue sin pronunciar en público el nombre de Luis Bárcenas, le incomoda de manera especial responder a preguntas de corrupción política en foros internacionales. Ministros y dirigentes populares, un tanto aturdidos tras la resaca que produjo la decisión del juez Ruz de enviar a prisión al extesorero del PP, aguardaban con interés la primera respuesta del presidente del Gobierno al giro que ha dado el 'caso Gürtel', aunque los que conocen al jefe el Ejecutivo ya presagiaban que no iría más allá de las 17 palabras con las que el partido valoró el jueves el encarcelamiento de su exsenador por Cantabria.

Rajoy, casi a trompicones, aseveró en Bruselas que «ni ahora ni en ningún otro momento» se ha sentido amenazado por la posibilidad de que Bárcenas haga nuevas revelaciones sobre una posible financiación ilegal de su partido.

Una controversia que persiguió al presidente del Gobierno hasta la rueda de prensa posterior al Consejo Europeo. Su primera respuesta apenas sí satisfizo a los informadores que mantuvieron el tercio. Pero Rajoy eludió pronunciarse sobre aspectos muy espinosos: la inocencia o culpabilidad de Bárcenas -en 2009 dijo que «nadie podrá probar que no es inocente»- o la supuesta financiación irregular de su partido. «Colaboraremos en todo lo que nos pida la justicia y esperamos que ésta actúe con celeridad», recitó de memoria Rajoy tras recalcar su máximo respeto a las decisiones judiciales.

Pero el cántaro siguió yendo a la misma fuente y el presidente, tras insistir en que sobre «ese asunto» ya había dicho todo lo que tenía que decir, optó por despachar la última intentona de un informador, que le había planteado dos cuestiones, con un «la segunda, ya... tal». Una expresión que, pese a que provocó risas entre los asistentes, generó tanta polémica que en poco más de dos horas se convirtió en 'Trending Topic' en Twitter mediante el 'hastag' #LaSegundaYaTal.

Rajoy gesticuló mucho durante su comparecencia y frunció el ceño en varias ocasiones ante las continuas alusiones a la posibilidad de que Bárcenas se sienta traicionado y opte por tirar de la manta. Más relajado, al término de su comparecencia, comentó de manera informal en un corrillo con periodistas que estaba bien de ánimos. «Llevamos mucho años ya...», añadió mientras se alejaba por uno de los pasillos del laberíntico edificio que alberga los cónclaves del Consejo Europeo.

Rajoy, con esta puesta en escena, marcó la senda de cómo deben ser las únicas respuestas de los miembros del Gobierno y del partido ante la tormenta Bárcenas: escuetas, políticamente correcta y, sobre todo, que no contengan calificativo alguno sobre el extesorero.

Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores Cospedal cumplieron a rajatabla esta poco improvisada normativa. La vicepresidenta del Gobierno, tras presidir el Consejo de Ministros, abundó en la necesidad de que este caso se esclarezca «en el plazo más ágil posible», además de prometer «máximo respeto y colaboración con los tribunales».

«Sin credibilidad»

Dejar que amaine la tormenta le ha dado buenos resultados a Rajoy durante su carrera política. Pero ahora, desde Moncloa, las exigencias son mayores. Más allá de que dirigentes de partidos de la oposición como Cayo Lara, coordinador general de Izquierda Unida, reclame la «dimisión de Rajoy y de gran parte de la cúpula del PP por mentir a la sociedad», lo cierto es que en las propias filas populares cunde la inquietud.

Los dirigentes más veteranos reclaman cautela ante lo que pueda aún contar Bárcenas porque, aunque sean datos que carezcan de relevancia penal, auguran que incrementarán las críticas contra el Ejecutivo. Reconocen que, hasta ahora, los electores del PP no han castigado los casos de corrupción en las urnas, pero advierten de que este malestar, unido a la crisis económica y a las pocas expectativas de crecimiento económico a corto plazo, pueden provocar un cóctel altamente explosivo.

Además, recuerdan que no es tan fácil borrar de un tirón la vinculación de Bárcenas al PP, partido que ha gestionado durante 30 años, del que fue tesorero durante dos, hasta 2010. Sobre todo, porque la formación le pagó el abogado, le permitió mantener una sala a su disposición en Génova y le siguió pagando hasta que hace unos meses todo salió a la luz.

En el otro lado de la balanza, la hornada más joven de líderes populares, defienden que «lo que pueda decir a partir de ahora Bárcenas no tiene credibilidad, porque una persona en la cárcel e imputada tiene derecho a mentir».

José Antonio Monago, presidente de Extremadura, animó a Bárcenas a decir lo que tenga que decir porque «no tiene miedo a que tire de la manta» y durante una entrevista en Telecinco se mostró convencido de que Rajoy «no sabía que el señor Bárcenas tenía 48 millones de euros en Suiza, lo mismo que no sabíamos ninguno de los españolitos».