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Postureo

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De alguna manera, Dios fue misericorde con el hombre porque hizo el mundo de manera que siempre hay algún tonto que piensa como uno. Para que sea más fácil encontrarlo, el ser humano ha creado dos cosas: la prensa extremista, esa que se lee para saber que se tiene razón, y las redes sociales, que valen para lo mismo pero con fotos de gatos. Saber que no estamos solos en nuestra estupidez sirve para llevar una vida más fácil, como la rueda. En dos patadas encuentra uno a cualquiera que llegue a decir cualquier cosa, da igual que sea el apoyo incondicional al bobo peligroso de Kim Jong-un, que el pajarito de Maduro, que las soflamas contra todo lo que huela a izquierda, germen creador de todos los males incluidos, por ejemplo, el sobrepeso en los niños, la deuda soberana, el retraso de los autobuses o las alegrías primaverales. Siempre hay una mierda para un tiesto.

Si yo fuera Tim Berners-Lee dedicaría mi tiempo a repartir collejas entre los usuarios del invento o me dejaría morir en la habitación de un motel de carretera. Internet tenía que servir para abrir las mentes y confrontar posturas, no para crear buenos y malos según barrios, y para ponerse estupendos con las coletillas democráticas de moda, como tertulianos en miniatura. Para crear guetos en los que -como dice Manu Sánchez-, los capillitas son de derechas y los homosexuales de izquierdas. ¿Dónde dejamos a los gays capillitas? Pensamiento por «paquetitos», lo llama él. Es odioso eso tan moderno de refugiarse en pequeños círculos que piensan igual que uno esperando un «Qué listo eres». Eso es de vagos. Para derrochar el tiempo sin un fin en concreto, que es algo que se está perdiendo, mejor irse a una barra a cargarse una ensaladilla y dos cervezas en lugar de andar rompiendo las pelotas.

El colmo de la bobada es tomarse las birras y tuitear en estado de levitación trascendental, que es según Pepe Monforte como se pone uno cuando se arría dos Cruzcampo sin tapa. Si además practica el postureo -lo definen como decir 'Berlín ya no es lo que era' y no haber salido de Alpedrete-, el 2.0 se parece demasiado al Infierno de Dante. Una tabarra insoportable.