La amenaza invisible

La detención ayer de tres presuntos islamistas de origen checheno viene a reforzar la idea de que el desmantelamiento en Cádiz, el pasado agosto, de una célula terrorista que planeaba volar un centro comercial en el Campo de Gibraltar evitó una tragedia de grandes proporciones. Lejos de parecer un plan absurdo de unos pocos criminales iluminados, la asociación entre ambas operaciones confirma que ambos comandos estaban bien organizados, que contaban con infraestructura, conexiones y material suficientes para perpetrar parte de sus planes asesinos en nombre de una religión mal entendida. El zulo encontrado entonces en la Línea de la Concepción, además de haber servido de almacén de explosivos, contenía información que ha permitido las detenciones en suelo francés y que confirmaba las ramificaciones internacionales, en Francia y otros países europeos, de los terroristas que vivían en la provincia de Cádiz.

Este triunfo policial pone de relieve la trascedencia, la necesidad y el dramatismo de esta batalla, invisible pero diaria, contra la barbarie terrorista, presente en la provincia y en toda España por obvios criterios geográficos y por la paranoia de unos fanáticos que pervierten la historia para ponerla al servicio de sus sanguinarios objetivos.

A pesar de que la amenaza de ETA no ha desaparecido, el terrorismo islámico es, actualmente, sin duda, la primera amenaza terrorista para los gaditanos, andaluces y españoles. Sirvan recordatorios como la operación policial de ayer para reconocer a los que trabajan a diario, con riesgo de su vida, por desactivarla, combatirla o, al menos, neutralizarla.