LA PARCELITA

REFLEXIÓN ELECTORAL

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El pasado domingo, nada más cerrarse el horario de las votaciones, aparecían en las pantallas de TVE los guarismos de los resultados. Las presentadoras, sin apenas titubeos, anunciaban a bombo y platillo la aplastante victoria de Rajoy sobre Rubalcaba. Nosotros, que desde primeras horas de la mañana habíamos hecho que nuestra jornada electoral se centrara en el sagrado derecho de ir a votar, comer algo en familia, ver una película que otra hasta la hora del cierre de las urnas y prepararnos para una programación extraordinaria durante el recuento, nos vimos sorprendidos porque en un par minutos se desvelaban todos los misterios. Para mí, después de esto, se ha perdido todo el encanto. Con lo bonito que era que, poco a poco, se vieran los porcentajes del recuento en las diferentes circunscripciones y como, también poco a poco, iban apareciendo de forma escalonada la adjudicación de los escaños parlamentarios hasta llegar a la composición definitiva. Ahora, de un escopetazo, termina todo. Es verdad que a veces las encuestas fallan pero visto lo visto en los últimos sufragios nos podríamos ahorrar la campaña, los debates y hasta el tener que coger un chaparrón como el pasado domingo para depositar la papeleta, al parecer ya estaba «to el pescao vendío». Como comentario a lo sucedido, ha ganado el previsto, ha perdido el previsto y las únicas sorpresas son la aparición de Amaiur, el progreso de UPyD y la pérdida de la hegemonía socialista en Cataluña porque, lo de Izquierda Unida era esperado. Ahora, y a la vista de los repartos propiciados por la, para mí nefasta ley D´Hont, unos partidos han necesitado muy pocos votos para tener diputados y otros a pesar de tener muchos miles más, se han quedado con la miel en los labios. Nuestra democracia, a pesar de lo que digan muchos, tiene que plantearse seriamente una modificación de la Ley Electoral porque esta, actualmente, deja mucho que desear.