¡SORPRESA!

Tres días son más que suficientes para digerir la derrota del PSOE -aunque llevaran derrotados más de un año- y para asimilar la victoria del PP. Tal vez hayan sido las primeras elecciones generales de los últimos tiempos en las que ha habido un perdedor y un clarísimo ganador -recuerde que hasta lo del domingo, siempre había que algo que celebrar en esta mal llamada fiesta de la democracia- y por eso las expectativas de un cambio real eran tan altas. Luego, vendrán las rebajas -de todo tipo- y el donde dije digo digo Diego, pero eso será después, cuando el paro, el empleo, la economía y la prima de riesgo sigan siendo el eje central de todas las conversaciones.

De momento, hay que sacudirse el polvo y seguir adelante, porque es lo que toca. Y toca ponerse de nuevo la venda en los ojos. Llega la navidad, que ya nos lo ha dicho la lotería, llegan las luces de la calle -pocas, pero llegan-, llegan las comidas de empresa -cortitas, pero llegan-, llegan los regalos y llega el Gran Juego de la Navidad, ese trampantojo que el Ayuntamiento y los comerciantes gaditanos sacan de la chistera para reanimar un comercio que sigue en la UCI con pronóstico reservado.

Este año, dicen, el juego llega con grandes sorpresas. Se me ocurren algunas, por ejemplo, la cantidad de negocios que han tenido que cerrar sus puertas ante la catástrofe económica, la de franquicias que se han instalado en el centro convirtiendo sus calles en un vulgar -muy vulgar- centro comercial, la de comercios lowcost -de chinos, para entendernos- que llenan la ciudad, la de ropa que se acumula en los estantes porque no hay quien les de salida, la de gente que ha vuelto a creer en los Reyes Magos. Sí, parece que habrá grandes sorpresas. Al fin y al cabo, hay cosas que nunca dejarán de sorprendernos.