SOMOS DOSCIENTOS MIL

LA MANITA II (DE MOMENTO...)

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XCon gran éxito de crítica y público (de vez en cuando el auto bombo eleva notablemente la moral), hace un año dedicaba esta columna a «la manita», iniciando de ese modo una serie de artículos con los que pretendo analizar el comportamiento de los conductores jerezanos, de los que hoy les dejo su segunda parte (de momento).

En aquella ocasión, por si alguno de ustedes no tuvo oportunidad de leerlo, hablaba sobre el hecho de levantar la manita, entiendo que para pedir disculpas, cuando un conductor no respeta un paso de peatones, un ceda el paso, no traza adecuadamente una rotonda o estaciona en doble fila

La manita, decía en aquellas líneas, lo soluciona todo. De hecho tiene mayor intensidad y supone mayor arrepentimiento cuando el conductor levanta, no una sino ambas manos unidas en solicitud de perdón. Ya dicha actitud se reserva para auténticas barbaridades viarias que, como digo, se salvan sencillamente pidiendo perdón.

También denunciaba el poder de invisibilidad que otorga a nuestro vehículo el simple hecho de conectar sus intermitentes de emergencia. Da igual el sitio. Uno para donde sea, enciende ambos intermitentes y ¡oh magia!, el coche ha desaparecido y deja de molestar.

En esa línea abordo hoy la segunda parte que expresamente quiero dedicar al comportamiento, rayando lo abusivo, del que hacen gala los ciclistas en nuestra ciudad.

De entrada, porque sé que es objeto de debate, quiero dejar clara una cosa: en aquellas vías donde existe carril bici es obligatorio para los ciclistas circular por el mismo. Da igual que el ciclista vaya paseando, vaya equipado como si de escalar el Alpe D'Huez se tratara, o que su equipamiento, comprado en Decathlon, lo equipare al mismísimo «robocop». Existiendo carril bici, el ciclista debe circular por el mismo. Lo de hacer el caballito o saltar desde el carril a la calzada, por aquello de no respetar semáforos o acortar rotondas, queda chulísimo de cara a ligar, pero es contrario a nuestro ordenamiento jurídico básico en materia de tráfico.

Para que nadie se llame a engaño, les diré que en materia de circulación de bicis por el casco urbano el Reglamento de Circulación (Real Decreto 1428/2003), indica en su artículo 12 que las bicis que circulen por ciudades estarán a lo dispuesto por las ordenanzas correspondientes. La Ordenanza Municipal de Jerez dice en su artículo 73 que las «las bicicletas podrán circular por las aceras, andenes y paseos siempre que exista carril bici. Si no existiera el carril citado, éstas circularán por la calzada lo más cerca de su margen derecho». Con lo cual la cosa queda de una claridad aplastante.

Uno de los grandes problemas que surge en nuestra ciudad se da cuando al llegar al final de la Alameda Cristina desaparece el carril bici, con lo que el ciclista se empecina por continuar por calle Larga como si estuviera abordando al sprint la llegada a meta. En este caso la misma Ordenanza señala en su artículo 74 que «la circulación de las bicicletas por parques públicos y zonas peatonalizadas de uso mixto se hará por los carriles señalizados al efecto. En caso de no existir estos, su velocidad no excederá de la normal de un peatón. En cualquier caso los peatones gozarán de preferencia de paso».

No obstante, a pesar de que la normativa es clara como el agua, la experiencia dice que si uno recrimina a un ciclista que no utiliza el carril bici o que circula a su aire por zonas peatonales, el ciclista también responderá levantando la manita como cualquier conductor al uso. Lo malo es que en esta ocasión, lejos de pedir disculpas, la manita irá cerrada, excepto su dedo corazón que adoptará posición de firme. Es fácil entender que dicha composición manual sirve para muchas cosas excepto para pedir perdón. En tales supuestos le recomiendo que, salvo que usted sea el mismísimo Chuck Norris, simplemente mire para otro lado no vaya a ser cosa que entre el equipamiento del ciclista figure algún tipo de arma de destrucción masiva.

Les decía en aquella columna, y ahora reitero, que hacer un Jerez mejor, incluido su tráfico, a veces es cuestión de poner un poco de empeño, máxime ahora que nuestros autobuses vuelven a circular.