HABLANDO CLARO

Ilaria

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Paolo Guinigui era el todopoderoso señor de la ciudad italiana de Lucca. Había ya desposado con tres mujeres, hasta que conoció a Ilaria del Carretto. Ella pertenecía al linaje de los marqueses de Savona. Era hija de Carlo I del Carretto, desde 1397 primer marqués Del Carretto de Zuccarello. Tenía veinticuatro años cuando se desposo con Paolo, en 1403. A juzgar por lo que sucedió después, Paolo encontró en ella el encendido y puro amor que no habían logrado darle sus anteriores esposas. Sin embargo, de nuevo, la vida golpearía a Guinigui con una nueva desgracia. La felicidad duró poco, apenas dos años, mucho menos de lo que merecían los esposos. Tuvieron dos hijos, Ladislao e Ilaria. Durante el parto de la segunda, la madre murió. Podemos imaginar la desesperación de Paolo Guinigui, sumido en un mar de preguntas sin respuesta. Pero esta vez, porque su amor fue desesperado y total, tomo otro camino. Ideó inmortalizar a Ilaria encomendando a un escultor un sepulcro funerario que dejara para las generaciones futuras el testimonio imperecedero de su amada. Buscó al mejor del momento, y lo encontró. Era un sienés, hijo de un orfebre, que se había trasladado en 1386 con su familia a Lucca, y que había presentado proyecto, años antes, para el Baptisterio de la Catedral de Florencia, amén de trabajar en una Madonna para el Duomo de Ferrara. Se llamaba Jacopo della Quercia. Entre 1406 y 1407, Jacopo trabaja en la que probablemente vaya a ser su obra maestra, la que le abrirá las puertas de la gloria para que, dos años despues, se le encomienden los relieves y la Fuente Gaia de Siena. Della Quercia trabaja el monumento con la influencia borgoñona que se siempre le acompañó. Presenta a Ilaria ricamente vestida yaciendo sobre una tarima, con un perro a los pies, símbolo de la fidelidad conyugal. El sepulcro tiene la forma de un sarcófago de tipo romano, con una serie de querubines que sostienen guirnaldas talladas. El resultado es de una serenidad y majestuosidad difícilmente inigualables. Se supone que se incardinaba en un monumento mas amplio, pero la historia ha borrado el recuerdo d'e tal obra. Tras la caída en desgracia y expulsión de la ciudad de Paolo Guinigi en 1430, el sepulcro fue modificado. En 1488 unos artista locales realizaron una nueva decoración lateral. Pero como el tiempo siempre pone las cosas en su sitio, andando las épocas volvieron al lugar que les pertenecían los relieves de Della Quercia. Ahora, Ilaria espera la Resurrección de los muertos en la silente sacristia de la Catedral de Lucca. Esperemos que definitivamente.