Ratko Mladic, tocado con una gorra y con un aspecto visiblemente envejecido, a su llegada ayer al tribunal de Belgrado acompañado por varios policías. :: REUTERS
MUNDO

Serbia captura al último gran criminal de guerra

El general Ratko Mladic era buscado desde hace 16 años y será entregado al Tribunal Penal para la antigua Yugoslavia

ROMA. Actualizado: Guardar
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Serbia terminó ayer de ajustar cuentas con su terrible pasado y se abrió definitivamente a un futuro europeo al capturar al último gran criminal de guerra de los conflictos balcánicos de los noventa, Ratko Mladic, general de los serbios de Bosnia y responsable de las más espantosas tragedias que ha vivido Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Desde ese punto de vista, además de por el número de sus víctimas -10.000 en Sarajevo y 8.000 en Srebrenica, por citar solo sus peores logros-, su detención es más importante que la de Bin Laden. Aunque sea poco mediática o espectacular y ayer despertara mucha menos atención. Los Balcanes siguen condenados a una extraña lejanía de la opinión pública europea. La misma que permitió florecer un centenar de campos de exterminio de limpieza étnica ante la indiferencia internacional. «Después de 16 años de espera, es un consuelo», dijo la asociación de mujeres de Srebrenica.

El arresto de Mladic es la llave que puede abrir para Serbia las puertas de la UE y zanjar esa distancia, pues era la condición que bloqueaba su entrada desde hace años. Lo dijo ayer expresamente el presidente serbio, Boris Tadic, y recibió réplicas amistosas desde Bruselas. Mladic, que en un plazo de una semana a diez días será entregado al Tribunal Penal de La Haya para los crímenes de la antigua Yugoslavia (TPIY), era fugitivo desde hace 16 años, pero buscado desde bastante menos. Se le ha visto en el fútbol o en restaurantes. Solo la caída de Milosevic en 2001 empezó a causarle problemas y hasta 2005 cobró la pensión del Ejército. Los servicios secretos admitieron que había vivido hasta 2002 en su casa de Belgrado y que a veces se ocultaba en instalaciones militares. El viejo régimen, aún infiltrado en las estructuras de poder, le ha protegido hasta que se ha quedado sin apoyos.

Como siempre se ha sospechado Mladic, de 69 años, estaba en suelo serbio. En una casa de campo amarilla de un familiar en Lazarevo, una aldea de 3.000 habitantes de la región de Vojvodina, a 80 kilómetros al norte de Belgrado. Naturalmente, allí nadie reconocía haberle visto antes, pero no es raro, los sondeos siempre reflejan un alto porcentaje de serbios que nunca le delatarían. Algunos vecinos insultaron a los periodistas. Sin embargo, esta vez parece que le descubrió una llamada anónima.

Sin oponer resistencia

Fue detenido al alba por agentes de los servicios de inteligencia serbia, con la colaboración de EE UU y Reino Unido y, según las autoridades bosnias, también con su ayuda. Con todo, ese lugar ya había sido señalado hace un año por una revista bosnia como el escondrijo del criminal. Los vecinos aseguran que la vivienda ya había sido registrada varias veces en el pasado. No se sabe si hay otros detenidos y ayer había pocos detalles de la operación. Según el diario 'Blic', Mladic habría sufrido un infarto cerebral y tiene inmovilizada una mano. Usaría el seudónimo de Milorad Komadic, al parecer una simple alteración de las letras de su nombre para poder memorizarlo mejor. El exgeneral no llevaba ningún tipo de disfraz o barba, a diferencia de Karadzic, y no opuso resistencia.

«¿Por qué Mladic no fue arrestado hace cinco años? Lo descubriremos», aseguró ayer el presidente serbio, Boris Tadic, al anunciar el arresto y prometer que buscaría a «quienes le han ayudado a esconderse todos estos años, también entre los miembros del Gobierno». «Creo que ahora nuestro país es más seguro y más creíble, estoy orgulloso, es bueno para Serbia que esta página de la historia se cierre», concluyó. No obstante, Tadic aludió a que «todos los criminales» deben ser detenidos, en referencia a las investigaciones sobre presuntos crímenes de guerra en Kosovo que salpican al primer ministro del nuevo Estado, Hashim Thaci.

El lento acercamiento a Europa impuesto por Tadic, y que es una de sus banderas políticas, dio el primer paso en 2008 con la detención de Radovan Karadzic, el líder serbobosnio. Hace sólo mes y medio, el Parlamento aprobó por primera vez una condena de la masacre de Srebrenica, aunque sólo por dos votos. Son avances simbólicos, que no es poco, como el incremento de la recompensa por Mladic de un millón de euros a diez, que tal vez al final haya sido eficaz. Sólo queda un fugitivo reclamado por el Tribunal de La Haya, Goran Hadzic, expresidente de la república serbocroata de Krajina. Tadic tiene de su parte a una mayoría de los serbios, una nueva Serbia, aunque un examen de conciencia nacional sigue pendiente y un tercio de la población sigue enrocada en el nacionalismo victimista. El Partido Radical, que aglutina ese voto, condenó ayer el arresto de «un hombre capaz y valiente, símbolo del soldado serbio», y ha convocado manifestaciones de protesta.