al palo

M´anque gane

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El Real Betis, equipo que se parte en dos en los segundos tiempos por la cabezonería de Pepe Mel de alinear arriba toda la artillería, visita el domingo un Estadio Chapín que lucirá festivo. Es uno de los últimos trenes en cuanto a matemáticas y confianza que le queda al Xerez Club Deportivo para abonarse al sueño de la liguilla de ascenso a Primera División. Esta semana, en distintas tertulias, se ha vuelto a analizar un aspecto «preocupante», que parece distintivo del equipo: la indolencia, la apatía o la falta de pulso en algunos partidos como, por ejemplo, en el último ante el Recreativo de Huelva.

O el equipo ha estado viviendo por encima de sus posibilidades, sobrevalorado por su posición en la tabla pese a no tener un patrón fijo de juego –porque tener el balón de poco sirve si sólo se combina entre medio campo y defensa y en horizontal– o es que ha pegado un bajón físico alarmante.

Lo cierto y lo fijo es que hay aspectos que, más que las sonrisas o frialdades del entrenador con la grada y la prensa, son garantía de ciencia exacta: los goles encajados. Y la verdad es que el fichaje de Leandro Gioda, que dio un rendimiento soberbio en Primera, no ha venido a mejorar los números del equipo con Moreno en el eje de la zaga, como brazo ejecutor, como entrenador vestido de corto sobre el tapete.

Y luego, el caso Mario Bermejo, que tocó techo con el golazo ante el Barcelona en el Nou Camp, y que está teniendo una temporada difícil, lastrado por las lesiones que no le dejan continuidad en el equipo de Javi López. Que el hombre de referencia arriba junto a José Mari sea versión del Guadiana es sintomático. El Xerez funciona como tren de cercanías, como bloque correoso, capaz de lo mejor y de lo peor. Imprevisible ‘m´anque gane’, como los filiales, por eso más que en otras temporadas juega la grada en este partido.