CARTAS A LA DIRECTORA

Nuestra Gioconda

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En mis funciones de guía voluntario, cada vez que conducía en Nuestro Museo Provincial a un grupo interesado en la sección de Bellas Artes y me colocaba frente al autorretrato de Victoria Martín, me ocurría algo que no me podía explicar para mi satisfacción. Lo que decía de esa ilustre dama pintora, al grupo de turno, que me escuchaba con respetuosa atención, nunca me dejaba satisfecho. Había algo que sentía, pero que se resistía a ser exteriorizado en lo que deseaba decir sobre las sensaciones que me producía su contemplación.

Hoy creo haber encontrado la explicación a tan interior sentimiento y me parece que se trata de una comparación inconsciente del retrato de otra dama cuyo autor es el afamado pintor del renacimiento italiano Leonardo Da Vinci, conocida como Gioconda o Monalisa. Más el matiz diferenciador que me tenía obsesionado, no es, el de que se tratara de dos señoras en pose similar con expresión, para mi muy parecida, aunque con atuendo distinto y propios de cada época respectiva en cada una de ellas. Leonardo, pintó a una mujer (no entro en las leyendas sobre la identidad de la dama), florentina cuyo nombre era Lisa Gherardin, esposa de Francesco Giocondo, Victoria, se pintó a si misma. Leonardo la pintó imaginando la lectura que hacía en la expresión de su rostro con esa mirada misteriosa y sonrisa enigmática. Victoria se pinta así misma, su maestría la consigue de las enseñanzas de Manuel Montano, artista del neoclásico gaditano y de su marido Luis María de Campo, profesor de la Escuela de Bellas Artes de Cádiz y no tiene que imaginar el sentido de su mirada, también un tanto misteriosa, ni el enigma que pudiera haber en su sonrisa. Es posible que Victoria se impusiera un reto tomando como objeto la obra del genial pintor renacentista y en mi opinión, lo consigue magistralmente dando muestra de un dominio de la técnica tanto del dibujo como del color, pero a mi parecer carente de originalidad y es precisamente ese aspecto el que no sabía exteriorizar. No obstante esa apreciación mía, no le quita ningún mérito a la obra, es más me agrada considerarla como «Nuestra Giocnada», aunque para que el símil fuera más autentico, sería más correcto llamarla «Gioconda Campo's».