TRES MIL AÑOS Y UN DÍA

ALGUNAS CLAVES GADITANAS DEL 23-F

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Paco Tous interpreta a Tejero en la película 23-F, que se estrena esta semana coincidiendo con el trigésimo aniversario del intento de Golpe de Estado que tal vez, como proponen los productores del filme, fueran en realidad tres golpes distintos, el de aquel pintoresco teniente coronel de la Guardia Civil, el de Jaime Milans del Bosch y el de Alfonso Armada, los principales implicados en una trama que todavía no ha acabado de desentrañarse. El actor, en 1981, iba a un instituto de El Puerto y hasta allí, aquel día, tuvo que ir su padre a buscarle: «Lo que más siento es lo que le hice sufrir. Ellos sí tenían una dimensión histórica de lo que podría haber pasado aunque ano pasó nada. Aquel día recuerdo que llegué tarde, muy tarde, a casa».

La memoria del 23-F se dispara como cuando nos preguntan qué hacíamos cuando mataron a Kennedy, durante el primer alunizaje, el 11-S o el 11-M. ¿Y qué ocurrió en Cádiz? Pues, a grandes rasgos, lo que ocurrió en el resto de Andalucía: el capitán general de la región, el jerezano Pedro Merry Gordon, vistiendo su uniforme de legionario se negó a secundar la asonada, haciendo célebre la frase que dirigiera al Rey, la de «aquí no hay novedad ni habrá». También corrieron, por los mentideros políticos, otras frases suyas de aquella misma tarde: «Hombre, Jaime, esto no se avisa con una hora de adelanto», dicen que repuso a Jaime Milans del Bosch cuando el capitán general de Valencia sacó los tanques a la calle. Lo cierto es que no movió a sus hombres y tampoco lo hicieron el gobernador militar de Cádiz, Luis Cuervo Pita, ni el del Campo de Gibraltar, el general de división Ricardo Oñate de Pedro.

Resulta curioso, que pasados unos meses, Merry Gordon, que solía pasar largas temporadas en Ceuta, fuera relevado de su cargo y Oñate pasara a ser Jefe de la División Guzmán El Bueno en Sevilla, ya con el grado de teniente general en 1982 y, en una meteórica carrera, a ocupar la Capitanía General de la IX Región General en Granada, ese mismo año. Se sabe que, durante la tarde del 23 de febrero de 1981, un grupo de ultraderechistas fue a ofrecer sus servicios al gobernador militar del Campo de Gibraltar y éste los rehusó y procuró tranquilizarlos. Lo curioso es que era la misma persona que tan sólo seis años antes había presidido uno de los consejos de guerra que motivaron las últimas ejecuciones del franquismo. En concreto, el fue el presidente del tribunal militar que condenó a muerte a Ramón García Sanz, José Luis Sánchez Bravo, Concepción Tristán, María Jesús Dasca y Manuel Cañavera de Gracia, en virtud de la ley antiterrorista de 27 de agosto de 1975. A los tres últimos, tras una fuerte campaña internacional, se le conmutó la pena por la de 30 años de prisión que no llegaron a cumplir. Y los primeros, militantes del Frente Revolucionario Antifascista Patriótico (FRAP), fueron ejecutados junto con otro compañero de dicha organización creada por el PCE Marxista Leninista y con dos terroristas de ETA. Otra de las condenadas a muerte que salvó su vida fue Silvia Carretero, la esposa de Sánchez Bravo, que se salvó por estar embarazada y en cuyo caso se inspiró Luis Eduardo Aute para crear la canción 'Al alba'.

El periodista isleño José Oneto lleva años siguiéndole la pista a la extraña madeja del 23-F. Aquel mismo año publicó 'La noche de Tejero', que acaba de revisar tres décadas después con nuevas aportaciones. Hace cinco años, el que fuera director de 'Cambio 16' y de la revista 'Tiempo' desveló ya algunas historias no contadas de aquella jornada memorable: a su juicio, el cerebro de la intentona fue Alfonso Armada en connivencia con el comandante Cortina, del Cesid, su hombre de confianza. Armada habría sido el famoso Elefante Blanco, «aunque probablemente él lo desconocía», afirma Oneto.

A las diez de la mañana del 19 de febrero de 1982 daba comienzo en las instalaciones del Servicio Geográfico del Ejército, en la barriada de Campamento en Madrid, el juicio contra 33 imputados por el 23-F que condenaría por rebelión a 21 militares y al civil Juan García Carrés por un delito de conspiración. A Tejero, a Milans y Armada les sería finalmente impuesta una pena máxima de 30 años de reclusión y la accesoria de pérdida del servicio. Tejero cumplió 15 años y 9 meses, pero el cautiverio de Milans y Armada no pasó de diez. Otro de los reos fue el coronel José Ignacio San Martín, que llegó a publicar el libro 'Apuntes de un condenado por el 23-F'. Cumplió condena en el Castillo Santa Catalina, en Cádiz. Allí, según contaba, se le habían negado algunos beneficios de la prisión militar, poco antes de ser liberado en junio de 1986: «Me han dado una propina de 40 días y espero salir el 24 de junio. Me han quitado la redención por 'donaciones de sangre'. Es la primera vez que lo hacen».

Lo cierto es que no fue el último intento de Golpe. Se conocen, al menos, otros dos, que habrían tenido lugar en octubre de 1982 y en 1985. A raíz de la primera de dichas conspiraciones, Milans del Bosch, que permanecía detenido tras el 23-F fue confinado en la Huerta del General, en Algeciras, con las visitas restringidas durante varias semanas. Entre los cuatro principales implicados en la intentona figuraba el coronel de Artillería Luis Muñoz Gutiérrez, con quien Milans se había entrevistado mientras permanecía detenido en la Academia de Artillería de Fuencarral, uno de los primeros enclaves que tenían previsto ocupar los golpistas.