OPINIÓN

CATETOS DE AQUÍ Y DE ALLÍ

El debate sobre el cambio de denominación del aeropuerto no puede quedar en absurdos ataques de una ciudad a otra

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Unos catetos. Palurdos. Eso somos todos los que defendemos una postura u otra. Aeropuerto de Jerez o Aeropuerto de Cádiz. O de Jerez-Cádiz. Sobre las 11 de la mañana del pasado viernes Teófila Martínez anunció que el Ministerio de Fomento ya tiene preparada la orden para cambiar la denominación del aeropuerto de Jerez -el de La Parra de toda la vida- e incluirle el nombre de Cádiz. Por aquello de que hay una normativa europea que obliga a que los aérodromos lleven el nombre de la provincia de referencia para que se identifique mejor en el mapa. Exactamente igual que ocurre con Madrid-Barajas o Barcelona-El Prat.

Dos minutos y 28 segundos después del anuncio, ya corría la noticia como la pólvora por las webs de los medios de comunicación. Y un minuto y 32 segundos más tarde ya se habían montado 'sesudos' debates en redes sociales como Twitter o Facebook.

Es seguro que aquí tenemos muchos y más graves problemas, pero tampoco viene mal dedicarle un tiempo, una reflexión, a la posibilidad de atraer más turistas a la Costa de la Luz. Así que bienvenido sea el debate, podríamos pensar.

Sin embargo, como cabía esperar, esas charlas virtuales no giraban en torno a cuál de las denominaciones puede traer más beneficio a la provincia. Desde el punto de vista turístico sobre todo. Sino al yo más que tú. 'Maestros' frente a 'gaytanos'. Mucha nueva tecnología, mucha inmediatez, y el fondo de los asuntos sigue siendo el mismo: el catetismo local.

Un catetismo que hace que esta sea la única provincia que tiene tres subprovincias dentro. Que hace que en lugar de tirar todos juntos del carro, cada uno lo haga para su lado. Un catetismo encabezado, como casi siempre, por los políticos, que lo alimentan con decisiones como la de Pilar Sánchez, alcaldesa de Jerez, cuya primera reacción, antes incluso de tener notificación oficial, fue la de anunciar que alegará en contra.

Puede resultar divertido que en nuestros ratos libres, en nuestras cervecitas del bar, discutamos con nuestros amigos del otro 'bando' con argumentos como «nosotros tenemos playa» o «nosotros tenemos circuito». Puede resultar divertido mientras quede ahí, mientras no pase de «nosotros estamos en Segunda y vosotros en Segunda B». Pero deja de serlo cuando eso significa que los años en que ambos coinciden en la misma categoría se montan auténticas batallas campales en los alrededores de Carranza o Chapín.

O cuando hay que tomar decisiones estratégicas que pueden redundar en beneficio de todos y nos perdemos en insultos y burlas que únicamente engordan nuestra cortedad de miras. Lo que los políticos habrían de hacer es aparcar el populismo y encargar un estudio conjunto para analizar qué beneficios podría traer el cambio de denominación. Y a partir de ahí, tomar decisiones.

Y lo que los demás deberíamos hacer es examen de conciencia. Y buscar lo mejor para todos. Si hace falta que el Puerto de Cádiz se llame de Cádiz-Jerez, si eso asegura que vendrán más cruceristas, bienvenido sea. Ganará la provincia, que buena falta nos hace. A todos. En Cádiz y en Jerez. En Jerez y en Cádiz.

Estafadores sin escrúpulos

Aeropuertos al margen, vaya desde aquí un saludo a todos aquellos que, presuntamente por supuesto, están en estos momentos en cualquier punto de Andalucía disfrutando de una prejubilación que no les corresponde. Que no han tenido ningún problema en, tal y como está el patio, engañar a la administración para hacerse con una pensión de forma fraudulenta. Engañar o hacerlo en connivencia con alguien de la Junta.

En una comunidad donde hay más de 900.000 parados, donde hay que mirar con lupa cada euro para destinarlo a los más necesitados, descubrir que hay gente que no tiene problemas en hacer algo así es, sencillamente, deleznable. Hay estafas y estafas. Robin Hood robaba a los ricos para dárselo a los probres. Pero robarle a los pobres para quedártelo tú es muy grave. Este asunto debe aclararse. Alguien tiene que ir a la cárcel.