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Un 2011 con mucha salud

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Acabamos de empezar un nuevo año sin humos. La reciente, y polémica, modificación de la Ley 28/2005 de medidas sanitarias frente al tabaquismo se ha estrenado con declaraciones de insumisión, destrozos a hachazos de máquinas expendedoras, innumerables debates en los programas televisivos con mayores índices de audiencia, y multiplicación de las ocurrencias para sortear, de manera más o menos habilidosa, las nuevas disposiciones, de manera que los que no consigan superar la adicción con los parches de nicotina y con mucha voluntad, siempre podrán adherirse a la británica costumbre de apuntarse a un club de fumadores. Igual, durante los próximos meses, asistimos a la transformación de muchos establecimientos en la versión española de los famosos clubes de Saint James. Eso sí, la machista institución inglesa no podrá replicarse en su totalidad porque para eso nuestra Ley contempla la perspectiva de género en su aplicación. Para ayudar a desterrar la nociva afición se han multiplicado también las páginas web de denuncias, que seguro tendrán más éxito para el inicio de las correspondientes investigaciones que las de Wilileaks. Asimismo, la ministra de Sanidad se ha encargado de explicar con detalle los alcances de las nuevas disposiciones. Si ella logró dejar de fumar con la antigua Ley no cabe duda de que todos podemos. Como la misma Pajín dice, refiriéndose a su propia experiencia, dejó el tabaco porque, aunque podía fumar en su casa, en la calle o en el despacho -imaginamos, como no podía ser de otra forma, que se refiere al de su propio hogar-, no podía hacerlo en otros lugares, así que aprovechó las circunstancias. Y, hablando de circunstancias, las actuales son inmejorables. Precisamente las mejores y más eficaces medidas para dejar el tabaco no vienen contempladas en la nueva Ley del Ministerio de Sanidad, sino que nos vienen dadas por el de Economía y Hacienda. Se acaba con el tabaco barato y se fija el mínimo por cajetilla en 3,4 euros. Los fumadores podrán hacer cuentas para ver por cuánto les sale al año el matarse lentamente. Claro, eso para los que puedan permitirse poner en riesgo su vida. Porque los que integran el grupo de los 4 millones y medios de parados, y con esos precios, tienen su salud asegurada.