tres mil años y un día

¿Unicaja es la caja única?

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Viernes de Dolores en pleno otoño. Pero también Viernes de Pasión. Tras un mes de negociaciones discretas, el anuncio de que Cajasol se incorporaba a la Banca Cívica de Caja Navarra, Caja Canarias y Caja Burgos bajo un Sistema Institucional de Protección (SIP), abría formidables expectativas para la caja que preside Antonio Pulido. Pero también echaba un jarro de agua fría a las expectativas de fusión entre la entidad andaluza y Unicaja, alentadas en verano por el anuncio de un informe previo del que nunca más se supo. Se ha llegado a hablar de entre 1.000 y 2.200 despidos de haberse coronado esa operación, con un mayor coste en gastos de plantilla de Cajasol sobre los de Unicaja. Desde octubre, tras el informe de situación del Banco Central, la palabra fusión o la adopción de medidas urgentes, circulaba en Cajasol. Quizá ahí esté la clave del asunto, en su necesidad de capital, tras la fusión por absorción de Caja Guadalajara, autorizada en octubre por la Comisión Nacional de Competencia, o, a menor escala, como consecuencia de la inversión tan fuerte como la controversia despertada en torno al proyecto de la Torre Cajasol diseñado para Sevilla por César Pelli. Por ahora, el principal documento oficial que avala la aventura de Cajasol en este SIP al que aporta 33 mil millones de euros, son los comunicados que Cajasol y Banca Cívica remitieron a la Comisión Nacional del Mercado de Valores, en los que reseñaban que aunque «se han sentado las bases de un principio de acuerdo, no se ha suscrito un protocolo de intenciones». Se supone que Cajasol tendrá mayoría de bloqueo en Banca Cívica, que hasta ahora contaba con unos 4.000 empleados; que la entidad tendrá sede en Sevilla con una oficina operativa en Madrid y con el andaluz Antonio Pulido y el navarro Enrique Goñi como co-presidentes; pero la operación liquida el proyecto de la gran caja andaluza que todavía acariciaba el presidente José Antonio Griñán y su equipo tecnocrático, quienes no han tenido esta temporada ninguna buena tarde a la hora de lidiar los morlacos financieros. Tras la fusión fría de Cajasol y la de Cajagranada, así como con el paso de Cajasur al control del BBK por decisión del Banco Central tras una subasta que pilló con el pie cambiado al ejecutivo, ya hace tiempo que Andalucía descartó la hipótesis de caja única que tal vez fuese un lapsus linguae de Manuel Chaves cuando ocupase la presidencia de la Junta pero que había anidado en el imaginario político del sur. Ahora, también asistimos al entierro de la gran caja andaluza y esperemos que las aventuras de Cajasol, Cajagranada y Cajasur más allá de Despeñaperros logren coexistir con su esencia sureña y Unicaja no termine convirtiéndose, por exclusión, en la caja única o en la única caja que nos quede. Convertida en la sexta entidad más solvente de España a partir del último informe Moddy´s, quizá emprenda un coqueteo final con Ibercaja, pero a la fuerza ahorcan, se dice, tras el intento de hacerle comulgar en su día con ruedas de molino en la fallida fusión con la crítica Caja de Castilla La Mancha. Este paquete de operaciones beneficiará al parqué y a la cuenta de resultados de las diferentes entidades. La pregunta del millón estriba en si beneficiará también a nuestra comunidad, que ve como se desarbola el concepto territorial que estuvo presente desde sus inicios en el espíritu de las cajas y que, en plena liquidación por saldos, aproxima su modelo al de la temida bancarización de dichas firmas, lejos del sueño de banca pública. Ante todo ello, el PSOE y PP han sonreído pero sin cara de tirar cohetes. Sin embargo, IU se ha mostrado tan crítica como los sindicatos, que han reclamado papeles que demuestren que la fusión andaluza era inviable. El termómetro sindical puede ser una medida oportuna para saber quien gana y quien pierde en estos pulsos territoriales. Así que puede resultar oportuno reseñar que parece preocupar más en Navarra que en Andalucía el coste laboral que tendrá la entidad resultante. Lo cierto es que Banca Cívica podrá recurrir ahora a una petición de ayuda de entre 500 y 1.100 millones de euros, correspondientes a los prorrogados Fondos de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), sin recurrir tal vez a la incorporación del fondo estadounidense JC Flowers, con que venía negociando. A efectos macroeconómicos, el problema no estriba tanto en si la gran caja andaluza que se ha ido al traste hubiera tenido sede en Sevilla, en Málaga, en Córdoba o en Granada. Cajasol y Unicaja siguen siendo marcas que los gaditanos consideran como propias a pesar de que las relativamente exitosas fusiones del 91 llevaron a la desaparición de la Caja de Ahorros de Jerez o la de Cádiz, integradas en esas nuevas entidades y sin que supusiera perdida de fibra económica para ambas provincias. En la era de la globalización, poco importa donde esté situado el despacho del presidente o las oficinas centrales de cada caja. Siempre y cuando tengan su sede dentro de la comunidad autónoma ya que las características peculiares del Estado de las autonomías necesitan de dicho requisito para reforzar la gestión económica de sus instituciones regionales y locales. Algo que no sólo puede afectar al diseño de la Andalucía del futuro sino a cuestiones cotidianas mucho más urgentes. Y es que estamos hablando de un modelo que hace aguas, el de unas cajas que tradicionalmente tenían como características esenciales la reversión de beneficios por vía de la Obra Social, el compromiso con el desarrollo territorial y la pluralidad en los órganos de gobierno de las entidades que, hasta el momento, guardaban relación con la representación territorial de los diferentes partidos y que, en el caso de las SIP, quizá tengan que someterse a revisión. Más allá de la política también cabe preguntarse dónde está la burguesía andaluza que habría debido presionar para evitar el desastre. El miércoles, el Banco de España daba su beneplácito oficioso a la incorporación de Cajasol a Banca Cívica. También fue esa misma entidad supervisora la que entregó Cajasur al BBK. ¿No hay ningún lobby andaluz que influya en el número 48 de la madrileña calle de Alcalá?

La semana gaditana de Nicolás Sartorius

Invitado por el Aula de La Voz y por su director Julio Pérez Serrano, Nicolás Sartorius, vicepresidente de la Fundación Alternativas, impartió esta semana una conferencia sobre una globalización distinta, en el Palacio Ducal de Medina Sidonia en Sanlúcar. Pero desde el sábado anterior paseó por Cádiz, una ciudad en donde cuenta con antiguos compañeros de viaje de Nueva Izquierda como el periodista Fernando Santiago y el arquitecto Jerónimo Andreu. Curiosamente en los tiempos que corren, ninguno de ellos corrieron a buscar el calor del PSOE tras la disolución de aquel atractivo proyecto izquierdista. Algo que, sin duda, honra a su coherencia común. En casa de Isabel Álvarez de Toledo, Sartorius debió sentirse como pez en el agua, porque también él es aristócrata y progresista.