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Belén Esteban ya es diputada

Ella es una representante del pueblo y no necesita el acta; los medios la han cualificado

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Si los políticos van a los platós de 'La Noria' o 'Sálvame', ¿por qué no iba a ir Belén Esteban al Congreso? Sigma Dos se lo preguntó a los ciudadanos para descubrir que la convertirían en la tercera fuerza política del país. Me parece poco, la verdad. La princesa del pueblo debía haber resultado la más votada.

Sigma Dos no ha errado la pregunta, sino el interlocutor. Es a ella a quien habría que planteárselo. La cuestión es si ella cambiaría sus cuatro horas diarias de diálogo con la audiencia por el tedio de una pregunta parlamentaria o un Debate del estado de la Nación; si abandonaría el refulgente plató de Telecinco por la luz mortecina de un hemiciclo en el que ya ni se distinguen las huellas épicas de los disparos del 23-F. Ella se reinventa a diario ante las cámaras como le viene en gana y se lleva una pasta. ¿Querría perder libertad, dinero y visibilidad? Obviamente, no.

Y eso es lo preocupante: con la vida política paralizada y la economía hundida, no hay nada interesante que hacer en el Parlamento. No vale la pena arriesgar una sola brizna de éxito personal por comparecer en una cámara mortuoria. Antes los jóvenes soñaban con cambiar el mundo, ahora sueñan con entretenerlo. Reagan o Cela pertenecían a una época en que los famosos y los artistas querían ser políticos; ahora los políticos quieren ser famosos. Sarkozy y Berlusconi han sido pioneros en vender sus desavenencias conyugales a la prensa.

Yo pensaba que lo peor del fenómeno Esteban sería que no significara nada. Por eso he leído el libro de Miguel Roig, 'Belén Esteban y la fábrica de porcelana', para averiguar su sentido, para saber qué está indicando de lo que somos. Ella es el personaje que se ha creado y sigue alimentando cada día, sin guión previo. «Ella advierte, todas las veces que se presenta la ocasión, que eso que estamos viendo -llanto, exabrupto, grito- es su trabajo, por lo tanto estamos frente a una 'performance' y la manera de participar en el espectáculo es creérselo», escribe Roig. Él ha descubierto que Belén Esteban forma parte de ese 'infotainment' que ocupa socialmente el espacio de los grandes relatos derruidos; y aunque el suyo es solo un pequeño relato, nos vamos conformando, porque sabemos que cuando deje de ser rentable exprimir al personaje otro lo sustituirá. Ella viene a llenar el vacío que ha dejado la política, por eso nunca se presentaría a unas elecciones: porque ya es una representante del pueblo. Y no necesita acta de diputada. Los medios la han cualificado para ello.