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EL SACRIFICIO

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Atodos se nos ha pedido, pero solo va a ser cruento para algunos. Lo peor es la confesión y quizá por eso el emergente Tomás Gómez, que conoce cómo funcionan los partidos políticos, sobre todo el suyo, quiere que el voto de las primarias sea «secreto, en cabina y lacrado». Es mucho pedir. No exige tanto Trinidad Jiménez, «la designada desde arriba», a la que decepcionaría mucho la neutralidad de la Dirección Federal del PSOE. ¿Para eso le han hecho dar su sonriente cara? La lealtad mal entendida siempre se ha confundido con la sumisión. Lo único que tienen claro los que piensan salir a la calle y los que proyectan quedarse en su casa es que estarán coaccionados de una forma o de otra. Los que acudan, siguiendo las concretas instrucciones de Comisiones y UGT de «parar Madrid por las buenas o por las malas», sacrificarán su voluntad en la misma medida que los que no puedan coger aviones y trenes. Toxo augura que la huelga será un éxito. Falta le hace algún triunfo. Más que a Méndez, que insiste en una verdad incuestionable: la reforma laboral es regresiva. A nadie le gusta que lo metan en un reformatorio y menos después de una gira campestre como la que se ha permitido España cuando todos creíamos que éramos ricos. Volver a la realidad es duro si nunca se ha estado de verdad en ella.

A ver cuando llega el jueves. Desde siempre ha sido el día más simpático de la semana. Los jueves repartían globos en algunos almacenes en otros tiempos, pero ahora se van a pinchar. A partir de ese día seremos más pobres, ya que un día de huelga es carísimo incluso para los parados. Es un derecho sagrado declararse en huelga y su reconocimiento ha costado muchos muertos, pero quizá esta huelga solo sirva para confirmar que nuestros políticos no son nada del otro jueves.