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La malquerida contra el mundo

Italia, que se estrena hoy ante Paraguay, se enroca frente al desamor universal para defender su título

CIUDAD DEL CABO. Actualizado: Guardar
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Viene, ve y vence. Pero no convence. Italia se siente malquerida. Es un campeón que no marca épocas. Los aficionados echan pestes por su fútbol especulativo y conservador. El resultadismo se lleva mal con el disfrute. El defensor del título no figura en las ternas de favoritos para ganar el Mundial. Pero Italia siempre está ahí. Eterna. Al acecho de los fallos de los novios del público.

El desamor universal se combate con conjura a la italiana frente a los demonios exteriores. Cierre de filas ante la adversidad y enroque contra los enemigos, reales o inventados. La unión hace la 'forza-Italia'. La fórmula funcionó hace cuatro años en Alemania para colocar una cuarta estrella en el pecho 'azzurro'. Entonces el 'calcio' soportaba las sacudidas del escándalo de los partidos amañados. Fabio Cannavaro, el capitán, militaba en el Juventus, que pagó con el descenso a Segunda su generosidad con el cuerpo arbitral. Marcello Lippi, el seleccionador, tenía a su hijo, Davide, imputado bajo la sospecha de haberse aprovechado de las influencias paternas en su trabajo como agente de jugadores.

La 'Nazionale' repite en Sudáfrica la receta mágica del llanero solitario contra el resto del mundo. Por primera vez el presidente de la República no ha recibido en audiencia a los gladiadores antes de emprender singladura rumbo al cabo de Buena Esperanza. Y, como en todos los países europeos arruinados por la crisis, un chaparrón de críticas por las primas prometidas ha inundado a la delegación 'azzurra'. En la clase política, la polémica ha sido atizada por el ministro Roberto Calderoli, que exige un recorte de las recompensas anunciadas, de 240.000 euros para cada futbolista. En respuesta, los jugadores se han comprometido a entregar una parte de las primas a la fundación que organiza los actos conmemorativos del 150 aniversario en 2011 de la unidad italiana.

«Como tiene problemas presupuestarios y nosotros somos un símbolo que une a todo el país hemos decidido que cada uno donaría una parte de la suma», ha anunciado Cannavaro, que a sus 37 años repite como capitán. «La unidad nacional es un valor en el que creemos y del que somos la demostración en cada minuto de un partido», remacha el capitán calabrés.

A los 62 años, una vez su hijo exculpado en el escándalo de los amaños, Lippi, el veterano técnico, regresa a defender su inesperado título. El sucesor de Roberto Donadoni, decapitado tras sucumbir ante España en la Eurocopa de 2008, aspira a enriquecer un palmarés con poco parangón en el concierto internacional: un Mundial, cinco títulos de Liga, una Liga de Campeones, una Copa Intercontinental, una Supercopa europea, una Copa de Italia y 4 Supercopas italianas.

Para intentar la hazaña del ingreso en la categoría de las cinco estrellas, donde sólo habita Brasil, Lippi ha recurrido a su muy vieja guardia pretoriana. El concurso de sus fieles Buffon, Cannavaro, Gattuso y Camoranesi eleva la media de edad de la 'Nazionale' hasta los 28 años y 9 meses. «¿Dicen que el equipo es viejo? Si yo soy viejo, imagínense mi padre», responde el rudo Gattuso, de 32 años, cuando se le pregunta sobre el senado romano.

Para compensar la vetustez de su vieja guardia, el alquimista intergeneracional ha convocado nuevos nombres como Claudio Marchisio, Riccardo Montolivo, Angelo Palombo y Simone Pepe. Lippi abandonará la dirección de los 'azzurri' tras el Mundial. Su objetivo es emular el logro de Vittorio Pozzo, que conquistó dos Mundiales seguidos para Italia en 1934 y 1938. El sueño comienza esta noche en Ciudad del Cabo. La malquerida contra el resto del mundo.