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ELLA NO PUEDE DECEPCIONAR

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Hablo de 'la roja', que es como se conoce a nuestra selección de fútbol, que además es la única agrupación que puede depararnos una alegría. Tenemos grandes jugadores y a diferencia de los que juegan a la política, ninguno es de ventaja. El fútbol es de listos, como dice Di Stefano, pero no de fulleros. Hubo un tiempo en el que se usó para acallar las protestas sociales y cuando amenazaba alguna trifulca se ofrecían partidos en la tele. Ahora las revueltas sociales se producirían si no se televisaran los partidos.

El Mundial unido a la reforma laboral nos garantiza una vida hogareña. Curiosamente, a medida que el pesimismo cunde en la Moncloa, ha ido aumentando la esperanza en nuestra selección. ¿No habremos puesto demasiada? Ya se me olvidan algunas cosas y no recuerdo cómo se llamaba aquel entrenador inglés que dijo que el fútbol no es una cuestión de vida o muerte, sino algo mucho más serio. En cambio recuerdo con toda nitidez que nunca hemos sido campeones del mundo. El ensayo general frente a Arabia Saudí dejo mucho que desear. Si no llega a ser por los pies de Iniesta y por la cabeza de Llorente no les ganamos a los intrépidos adversarios.

Los pronósticos nos incluyen entre los dos o tres equipos que cuentan con más posibilidades de ganar. Claro que también hay arúspices que anuncian el triunfo de Rajoy y por mayoría absoluta. En fútbol no puede darse antes de que empiece el encuentro. ¿Es pronto para que se nos meta el miedo en el cuerpo, ahora que está instalado en el cuerpo social? No sé, pero me pregunto si la selección no es un Barcelona estropeado. Habría que nacionalizar a Messi. Ahora o nunca, que para luego es tarde.