Los sablazos de la leyenda. Este ninja es el icono de Isildur1 en la red. Corrió el rumor que el misterioso jugador es en realidad Viktor Blom, un adolescente sueco que ha jugado en Las Vegas. El chaval lo ha negado.
Sociedad

Los ases de Isildur1

Un joven sueco se ha convertido en el tahúr más admirado de internet, donde ha ganado 6 millones en 24 días. El póquer está tan de moda que resurge en los casinos e incluso se han abierto escuelas

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Nadie conoce su nombre real. Nadie ha visto su cara. Nadie ha escuchado su voz. Nadie sabe su dirección exacta. Ni siquiera si es hombre o mujer. Apenas ha trascendido que juega desde Suecia y que es joven. Pero Isildur1, como se hace llamar en los casinos virtuales, es ya un mito en internet. Solo, en la intimidad de su hogar, frente a la parpadeante pantalla de un ordenador, ha forjado su leyenda. Sin cartas reales ni fichas palpables. Con sesiones de hasta doce horas diarias, 90.000 manos jugadas y capaz de ganar en 24 días una cifra insultante para el resto de los mortales: seis millones de dólares gracias al póquer online. «¿Pero, quién coño eres?», espetó hace poco un desesperado contrincante a Isildur1 en el chat de Full Tilt, uno de los casinos con mayores apuestas del planeta. La respuesta del sueco, enigmática, desafiante y al más puro estilo western. «Nadie de quien hayas oído hablar anteriormente», replicó un jugador que usa en sus partidas la imagen de un ninja con un sable a la espalda.

Y eso que Isildur1 ni siquiera fue el jugador del mundo que más dinero logró el año pasado con faroles, escaleras y 'fulls' virtuales. Phil Ivey, norteamericano y número uno en la materia, se embolsó casi siete millones de dólares. Aunque ha comenzado 2010 divorciándose de su mujer. «Afortunado en el juego, desgraciado en amores», que dice el refrán. Ivey e Isildur1 son sólo la punta del millonario iceberg en que se ha convertido el póquer por internet. Son los nuevos ricos, los espejos en los que se miran miles de españoles, la mayoría de ellos en torno a la treintena. No hay cifras oficiales, pero se calcula que unas 200.000 personas en nuestro país reservan habitualmente un pellizco de su jornal para el juego online y las apuestas deportivas, dos materias difíciles de separar estadísticamente. La fiebre es tal que el juego tradicional, el de tapete, crupier y ojos ocultos tras gafas de sol, se conoce ya en el mundillo como póquer 'offline'. De todas formas, los maletines de fichas y baraja no dejan de correr de mano en mano entre los adolescentes españoles, que olvidaron hace tiempo el 'Monopoly' y el dinero de pega. «Ha sido uno de los productos estrella de estas navidades. Un auténtico boom», asegura un portavoz de El Corte Inglés. Los hay desde 10 euros, pero si usted busca lo elitista, lo suyo es el Macassar Ebony Poker Set, una caja forrada en piel de becerro y chips de madera de boj, palisandro, nogal y ébano. Apenas 5.000 euros...

La crisis de los casinos

El póquer tradicional, el de las cinco cartas en mano, ya forma parte de la prehistoria de este juego. El que pega ahora fuerte, en las mesas y en la red, es el Texas Hold'em. Dos cartas iniciales en la mano y cinco comunes para los contendientes, en el centro del tapete, descubiertas a medida que se suceden las apuestas: primero tres naipes (flop), luego un cuarto (turn) y el quinto (river) para cerrar la mano. Hay una fecha y un nombre para entender el estallido de la modalidad online: 2003 y Chris Moneymaker. Contable de profesión, americano y de 27 años, Chris pasó de ser un completo desconocido entre casinos a todo un mito. Invirtió sólo 40 dólares para ganar un torneo en internet (Pokerstars) y clasificarse para las Series Mundiales de Las Vegas, la cima del póquer en el planeta. Y las ganó. Y se embolsó 2,5 millones de dólares. Y su tremendo éxito desató la fiebre de los 'moneymakers' en la red.

El póquer online facturó en 2008 en España unos 45 millones de euros, el año pasado subió a los 50 y la previsión para este ejercicio y el que viene es que la cifra aumente un 30%, según los cálculos de la Asociación Española de Apostadores por Internet (AEDAPI). Todo ello en una situación de alegalidad. No hay ninguna norma que regule el sector, aunque tampoco que lo prohíba. El Gobierno, que ya tiene sobre la mesa el borrador de una nueva Ley del Juego, podría subsanar antes del verano un vacío que supondría para Hacienda un pellizco nada desdeñable en estos tiempos que corren.

Hoy, con más de 500 casinos online, para palpar el furor que causa el Texas Hold'em basta comprobar cuántos seguidores aglutina una aplicación que permite echarse unas manos en el Facebook: con dinero ficticio, sí, pero con más de 24 millones de usuarios, una cifra récord en la red social. Sólo una fiebre así es capaz de lograr que en Líbano, pese a que el Islam prohíbe el juego, el casino de Beirut sea llamado ya 'el Mónaco de Oriente Próximo' por la gran afluencia de visitantes que recibe a diario.

Los 41 casinos tradicionales que existen en España (Navarra es la única comunidad que no posee ninguno) tampoco han dejado pasar la oportunidad de exprimir a la gallina de los huevos de oro en que se ha convertido el póquer. Sobre todo porque las cifras demuestran que estos establecimientos se encuentran en crisis desde hace años. Las apreturas económicas no han ayudado. Según el último Informe Nacional de Juego publicado por el Ministerio del Interior, los ingresos de los casinos han bajado un 12%. Sólo entre 2007 y 2008 la recaudación de todos los establecimientos nacionales cayó en 300 millones de euros. Aunque, ojo, sigue siendo altísima: 2.286 millones.

En estos momentos todos los casinos nacionales incluyen partidas semanales de Texas Hold'em en su programación. Es el clavo ardiendo al que se han agarrado para resucitar sus cuentas. Y el público responde. Cada lunes, en el Monte Picayo de Valencia, casi 200 personas acuden puntuales a la cita. «Pagamos más por menos dinero», explica un portavoz del establecimiento. Hace unas semanas, el ganador de la partida semanal se llevó a casa casi 9.000 euros, el bote más elevado entregado en esta modalidad en España. Eso sin contar las interminables ligas nacionales surgidas por toda la península. Hasta hay un torneo estatal para sordomudos. En el casino Gran Madrid (Torrelodones), el más visitado del país, este mes ha cumplido un año de funcionamiento la sala especialmente diseñada para partidas de póquer. Más de 12.500 personas han desfilado en ese periodo por sus mesas. Fue precisamente en el corazón de la capital, en un club de la caliente y colorista calle Montera, donde jugó sus primeras manos Juan Carlos Mortensen, el único español (nacido en Ecuador pero nacionalizado) que ha logrado ganar en las Series Mundiales de Las Vegas. Millón y medio de dólares, un fortunón hoy y en 2001, cuando triunfó. «Mi primera vez, en el club, me jugué 10.000 pesetas y lo perdí todo». Eran los tiempos de Gonzalo García Pelayo, el introductor del Texas Hold'em en España a finales de los 90, compañero de mesa en muchas timbas con Mortensen. El clan de los Pelayo sigue con su hijo Óscar, figura nacional junto a otros dos integrantes de una familia también mítica en el mundo de los naipes: 'May' y 'Locoboy', de los Maceiras.

Mortensen, 'El Matador', vive hoy en Las Vegas. Él sigue siendo de los de sala, de los del tic de sobar las fichas mientras piensa si seguir o no con la apuesta, de los del póquer de toda la vida. Aunque practica en la red y es consciente del poder del juego online. «Es el futuro. Ahí aprendes, encuentras manuales, calculadoras de probabilidades, puedes estar en cuatro mesas a la vez... De internet están saliendo los buenos jugadores jóvenes de hoy en día».

Cuidado con la ludopatía

Entre ellos, pocas mujeres. El póquer sigue siendo cosa de hombres. Ellas son una clara minoría, apenas un 5% en el circuito internacional. Para disgusto de Leo Margets, la compañera de Mortensen en el Olimpo de las picas. «Las chicas, en general, son menos competitivas». La frase no va con ella. Su título, el de 'Última Mujer en Pie' en el reciente Mundial de Las Vegas: ha sido la primera española en lograrlo. Los 360.000 euros que acumula ya de ganancias no impiden que esta barcelonesa, licenciada en Económicas y que domina cinco idiomas, siga pareciendo una chiquilla de 27 años: «No he perdido la noción del dinero. 100 pavos son 100 pavos».

Cabeza y control son claves para no caer por la pendiente que se esconde detrás del glamour y el atractivo que está adquiriendo el póquer en los últimos años: la ludopatía. El porcentaje de jugadores atrapados por las apuestas online es todavía pequeño, «alrededor del 3% de las personas en tratamiento, pero va aumentando cada año», alerta Rosa Montesinos, de la asociación Vida Libre. La otra cara del juego.

En casa de Isildur1 hace ya tiempo que la pantalla de su ordenador no parpadea con el verde de un tapete. No se le ha vuelto a ver por un casino virtual. Al ninja sueco parece habérselo tragado la tierra. Quizás esté lamiéndose las heridas de su última partida: en una sola noche perdió cuatro de sus seis millones. Aunque aún tiene dónde caerse muerto, el mito fue víctima de una trampa. Brian Townsend, otro reputado jugador online, logró de manera ilícita 50.000 manos jugadas antes por el sueco. Lo estudió a conciencia y entró en la mente del ninja nórdico. «Cada vez que intentaba hacer un farol, sentía que me observaban», lamentaba después Isildur1 en Pokernews. La ruina también es otra de las múltiples caras del póquer. Y hasta en la red hay fulleros.