tensión en egipto

El Ejército convoca una reunión para abordar la crisis

Los militares invitan a los dos bandos enfrentados a una reunión para tratar de sofocar las protestas

EL CAIRO Actualizado: Guardar
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El Ejército egipcio, que desde hace meses se mantenía discreto, ha vuelto al primer plano político debido a la crisis que vive el país, pero su voluntad de mantenerse nautral podría verse seriamente cuestionada por el papel policial que le ha asginado el presidente.

Hoy, el ministro de Defensa egipcio y comandante de las fuerzas armadas, Abdel Fatah Al Sisi, ha pedido a la oposición y a los partidarios del presidente islamista Mohamed Mursi un diálogo para intentar salir de la crisis. El general ha invitado "a los distintos componentes del pueblo egipcio a un encuentro el miércoles por la noche para salir de la actual crisis", mientras continúan en El Cairo las manifestaciones de ambos bandos que hacen temer enfrentamientos.

El sábado, el Ejército ya había pedido diálogo y afirmó que no dejaría que la situación política termine en "desastre". El ministro de Defensa prometió entonces que los militares demostrarían "una total equidad para proteger la seguridad y la estabilidad de la nación" y cumplirían su papel "sin tener en cuenta las presiones".

El presidente egipcio, Mohamed Mursi, ha ordenado que el Ejército garantice, junto a la Policía, la seguridad hasta el anuncio del resultado del referéndum constitucional del sábado, que divide profundamente al país. Para ello, ha autorizado a los militares a detener a los civiles, una autorización muy criticada durante el periodo de transición bajo dirección del Ejército, entre la caída de Hosni Mubarak en febrero de 2011 y la elección de Mursi en junio de 2012. Las organizaciones de defensa de derechos humanos ven en la medida un riesgo de que sean tribunales militares los que procesen a civiles, como ocurrió en miles de casos durante la transición.

Papel capital

El Ejército juega directa o indirectamente un papel capital en Egipto desde el derrocamiento de la monarquía en 1952. Los cuatro primeros presidentes del país, Mohamed Naguib, Gamal Abdel Naser, Anuar El Sadat y Hosni Mubarak fueron militares. Por otra parte, ha acumulado un inmenso y opaco patrimonio económico, que va desde aguas minerales, hasta el sector inmobiliario, pasando por fábricas de cemento.

Mohamed Mursi, salido de las filas de los Hermanos Musulmanes, es el primer civil que ocupa la presidencia. Sometido a una estrecha vigilancia de los generales, Mursi había conseguido poner la situación a su favor en agosto pasado, cuando hizo retirarse al poderoso comandante del Ejército, el mariscal Husein Tantaui.

El Ejército, que durante muchos años estuvo protegido de los vaivenes políticos gracias a los presidentes partidarios de su causa, tuvo que implicarse directamente en la gestión del país durante 16 meses tras la caída de Mubarak. "Bajo la dirección de Tantaui, el Ejército administró el periodo de transición y ejerció el poder ejecutivo y legislativo durante más de un año. Se implicó directamente en la vida política", destaca Amr Rabi, del Instituto de Estudios Políticos y Estratégicos Al Ahram. Queda por saber cuál será el partido que tome ahora, a favor del presidente islamita o de sus adversarios laicos, en caso que se las tensiones se agraven.

Presión sobre Mursi

La participación política del Ejército ejerce sin embargo una "enorme presión sobre Mursi", que ve cómo una de las instituciones más poderosas del país vuelve al primer plano.

El analista político Emad Gad asegura que "aunque el Ejército afirma mantenerse neutral, la situación actual en el país es idéntica a la de antes de la caída de Mubarak", cuando los militares rechazaron emplear la fuerza contra los manifestantes. "En caso de que hubiese violentos enfrentamientos y sobre todo si hubiera derramamiento de sangre, seguramente el Ejército deberá intervenir", explica este experto, porque "el presidente, sea elegido democráticamente o no, tiene el deber de tratar de mantener la seguridad y el orden". Con el riesgo de que el Ejército tenga que empezar de cero la transición iniciada después de la caída de Mubarak, en caso de que tuviese que controlar de nuevo el país.