Rubalcaba, al lado de Zapatero en el Congreso. / Efe
ADELANTO ELECTORAL

Rubalcaba entierra la bicefalia del PSOE

El candidato no desvela si intentará ser jefe de la oposición en caso de perder las elecciones: "Eso lo veremos el 20-N por la noche"

MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Se acabó la bicefalia. Alfredo Pérez Rubalcaba aparcó hoy los formalismos y dijo en público lo que todo el mundo tiene muy claro dentro del partido desde que el pasado 9 de julio fue proclamado por el comité federal candidato a las elecciones generales: "El líder del PSOE soy yo". Con su rotunda afirmación, en una entrevista en RNE, dejó claro que, aunque orgánicamente sólo es un miembro más de la ejecutiva y la secretaría general sigue en manos de José Luis Rodríguez Zapatero, él, y sólo él, es el número uno de los socialistas a todos los efectos, al menos hasta que las urnas dicten sentencia el próximo 20 de noviembre.

El partido recurrió a Rubalcaba como la única esperanza de hacer frente a la inmensa ventaja electoral que acumula el PP, que se materializó en toda su crudeza en la debacle socialista de las elecciones municipales y autonómicas. Él aceptó el reto sabedor de que se jugaba su futuro político a una sola carta, pero, a cambio y desde el primer momento, dejó claro a los miembros de la actual dirección, incluso de forma explícita, que era el jefe, quien tomaría todas las decisiones de importancia en el partido. El propio Zapatero, sin renunciar al máximo cargo, cedió las riendas al candidato y dio un paso atrás.

El exministro no quiso hacer pública la entente interna hasta que el presidente del Gobierno anunciase el adelanto electoral a noviembre y se librase así de la fuerte presión política a la que le sometían los populares, a la que Rubalcaba no quería contribuir con una reafirmación a los cuatro vientos de su liderazgo único.

Ahora ya no tiene por qué ocultarlo: "Yo hablo las cosas (del PSOE) con Zapatero, pero al final decido yo", aclaró ayer. El anuncio de Zapatero acaba en la práctica con la tan temida bicefalia socialista, el riesgo de que el presidente del Gobierno -todavía secretario general- tuviese que tomar durante una larga precampaña hasta marzo más decisiones impopulares que desautorizasen la estrategia del candidato socialista o que condujesen a ambos a un enfrentamiento o un pulso en público para regocijo de los populares.

Con el adelanto, Rubalcaba se ha librado de su peor escenario, del que marcaría la aprobación por parte de Zapatero de unos Presupuestos para 2012 con nuevos ajustes y recortes del gasto público, que además no serían posibles si no con importantes concesiones a los nacionalistas. El presidente del Ejecutivo, libre ahora de gravosas obligaciones como la anterior, procurará no hacer nada que erosione o desautorice a su también candidato.

No renegará de Zapatero

El nuevo escenario permite al candidato mantener su fidelidad a la figura de Zapatero, de quien no va a "renegar" y a quien cree que "no se le ha hecho justicia", y al tiempo reconocer que los gobiernos de los que formó parte "hicieron cosas bien", pero también "cometieron errores". Confesar que "nunca voy a intentar que la gente olvide que fui ministro de Zapatero" no le impide ser autocrítico y reconocer que "tuvimos ocho años para pinchar la burbuja inmobiliaria y no lo hicimos" o que se debió abordar antes la reestructuración bancaria.

Rubalcaba, que ya había demostrado su liderazgo interno con la formación de un equipo de campaña de su elección y a su medida, reafirmará sus galones con la celebración de la conferencia política, la que elaborará el programa a finales de septiembre, y con el control de la confección de las listas al Congreso y al Senado, en octubre.

El laberinto en el que el candidato aún no quiere entrar es si aspirará a continuar de líder socialista, en este caso con la competición por la secretaria general en el 38 Congreso Federal, aunque pierda las elecciones ante Mariano Rajoy. "Eso lo veremos el 20-N por la noche", dijo hoy. Es evidente para él que, en caso de perder, para saber si tiene alguna opción de que el PSOE le respalde como líder de la oposición tendrá mucho que ver si ha logrado una dulce derrota, en la que el partido ha salvado los muebles políticos, o si el PP les ha barrido con una amplia mayoría absoluta. Una derrota sonada no sólo podría ser el fin de Rubalcaba sino el inicio de una revolución general en el PSOE similar a la que alzó en 2000 a la secretaría general a un casi desconocido Zapatero.

Las palabras del candidato, no obstante, parecen indicar que sí trataría de liderar la oposición. "Voy a hacer un programa realista, pensando que los españoles me den la confianza y el Gobierno. Luego, si no gobierno, trataré de que ese programa se cumpla desde mi perspectiva de oposición", confesó.