Hace cuatro años Rajoy no logró el resultado que pretendía, posiblemente, porque llegó demasiado tarde a la conclusión de que no debía exacerbar los ánimos del electorado socialista. /Efe
Adelanto electoral

Los ejes de la campaña de ambos partidos

Alfredo Pérez Rubalcaba se echa la campaña a las espaldas mientras que Mariano Rajoy explota la crisis

MADRID Actualizado: Guardar
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Los dos candidatos tienen ya claro cuáles son sus fortalezas y cuáles sus debilidades. Los socialistas quieren para Alfredo Pérez Rubalcaba una campaña en tono presidencialista porque están convencidos de que su figura de hombre brillante y no exento de magnetismo es la mejor, por no decir la única, baza con la que cuentan en un momento en que la marca del PSOE está por los suelos; casi tanto como la marca Zapatero. El PP repetirá la estrategia que, según han llegado a admitir los socialistas en alguna ocasión, a punto estuvo de llevarles a la victoria en 2008: no asustar a los votantes moderados de izquierda y generar dudas sobre las capacidades socialistas para resolver la crisis.

Hace cuatro años Rajoy no logró el resultado que pretendía, posiblemente, porque llegó demasiado tarde a la conclusión de que no debía exacerbar los ánimos del electorado socialista y se pasó la legislatura apostando por un discurso durísimo en contra el Estatuto de Cataluña y la negociación con ETA. Esta vez ha aprendido la lección y prácticamente ha dejado que la crisis económica le haga el trabajo duro.

Su actitud algo pasiva le ha valido críticas incluso entre los suyos. Las encuestas reflejan que los propios votantes del PP le miran con recelo a pesar de estar dispuestos a votarle, aunque la victoria electoral del 22-M ha logrado revertir la situación de manera considerable. En tres meses ha mejorado en 12,5 puntos el porcentaje de quienes aseguran tenerle "mucha o bastante" confianza.

En todo caso, los socialistas creen que su imagen de indolencia abre una brecha en la estrategia popular a la que tratarán de sacar partido. Porque en el tú a tú, insisten, los ciudadanos prefieren a Rubalcaba. Pero la campaña irá de algo más.

-La situación económica: Rajoy, como ya hizo en la pasada campaña de las autonómicas, centrará su discurso casi exclusivamente en la crisis económica, aunque ya no cargará las tintas sobre Zapatero. Hará a Rubalcaba corresponsable de que el Gobierno socialista "negará la crisis, que sólo reaccionara por mandato de la Unión Europea, y que acometiera mal y tarde las reformas estructurales que necesita España". Los casi cinco millones de desempleados serán una de sus principales armas para arremeter contra el PSOE.

Es sin duda el punto débil del PSOE. Rubalcaba tratará de distanciarse de las medidas impopulares adoptadas por el Gobierno en los últimos años. Ya ha prometido que creará un impuesto para la banca que irá destinado a fomentar el empleo juvenil. Pero eso será cuando la economía mejore y aún está lejos de crecer a ritmos tranquilizadores.

-El 15-M: Irrumpió en la campaña de las autonómicas y municipales. El PSOE siente que puede dañarle más que los populares. Por eso Rubalcaba se afana en prometer regeneración democrática, fundamentalmente, con una reforma de la ley electoral que asimile España a Alemania (circunscripciones pequeñas y mayor cercanía de los cargos electos con el ciudadano). Hace unos meses los socialistas tumbaron junto al PP una propuesta de reforma de IU y UPyD.

Rajoy rechaza, de una manera u otra, la mayoría de las premisas que defiende el movimiento del 15M. Sí comparte la necesidad de un cambio, pero no de sistema político sino de Gobierno. También aboga por menguar los privilegios de los cargos públicos y, sobre todo, de buscar una solución al 45% de paro juvenil. El máximo dirigente considera más relevante el "espíritu del 22M", en alusión al resultado electoral de las autonómicas y municipales, que el del 15M.

-Austeridad autonómica. Rajoy obligó a todos sus candidatos autonómicos a prometer austeridad desde el primer minuto de gobierno. Los primeros recortes han sido estéticos, incluso éticos, pero no eficientes. Podar consejerías, cargos de confianza y coches y teléfonos móviles apenas suponen un 1% de ahorro en comparación de los respectivos presupuestos. El líder del PP se ha comprometido a conceder una moratoria de diez años para que las autonomías devuelvan los 24.000 millones de euros que adeudan al Estado en concepto de anticipos de los ejercicios 2008 y 2009

Rubalcaba ha procurado mantenerse hasta ahora al margen de este debate, pero no tendrá más remedio que hablar. En todo caso defiende que siempre hay espacio para mejorar la eficiencia del gasto y que su preocupación es que la austeridad no comprometa las políticas que igualan a los ciudadanos: educación y sanidad.

-Educación. Como profesor que ha sido y se siente, Rubalcaba hace hincapié en que este es uno de los pilares del futuro crecimiento. Se ha comprometido a no hacer reformas legislativas y propone una suerte de 'mir' para docentes.

Rajoy ha anunciado que la educación será un eje básico de su acción de gobierno, aunque de momento sólo ha hecho público una propuesta sobre esta materia: propone importar a España el modelo de Formación Profesional que tiene Alemania, de manera que los alumnos estudien y trabajen al mismo tiempo en empresas privadas con una beca-salario de 450 euros. Una opción que ya ha puesto en marcha Esperanza Aguirre en Madrid.

-El fin de ETA. La presencia de Bildu en las elecciones será un asunto peliagudo. El candidato del PSOE, que se atribuye en parte el mérito de la situación de debilidad de la banda terrorista, pedirá que la unidad de los demócratas no se resquebraje ahora que la disolución está cerca. El PP ya ha anunciado que dará los pasos legales necesarios para sacar a Bildu de las instituciones vascas y navarras, aunque sus dirigentes son conscientes de las dificultades legales que conllevaría este paso con la actual ley de Partidos.Rajoy se muestra intransigente ante una posible negociación con la banda terrorista ETA.