Muerte de dos guardias civiles
«Los agentes se han dejado la vida en una tierra en la que la palabra Estado es una quimera»
Actualizado:Han muerto dos guardias civiles en Afganistán. Uno tenía 33 años, el otro 34. Han sido asesinados, porque afirmar que han muerto resulta injusto e indecente. El capitán Galera y el alférez Bravo estaban en la base española de Qala-i-Naw, y allí instruían y preparaban a las fuerzas de seguridad locales de cara al repliegue a corto y medio plazo de las fuerzas de la OTAN. José María y Leoncio han muerto en una tierra convulsa y desajustada, y en la que muy bien cabe ese lamento que dice que si Dios existe se ocupa poco de esta gente. Se han dejado la vida en una tierra en la que la palabra Estado es una quimera. Han muerto en un lugar donde la desolación, la falta de recursos, la educación, la salud, la alimentación son una esperanza de futuro que no estará resuelta jamás. Entre políticos locales corruptos, entre planes internacionales confusos, entre estrategias de gobernantes que hacen de Afganistán una herramienta para la política doméstica siempre que dé votos.
Nadie podrá explicar a los familiares de José María y Leoncio las verdaderas razones de sus asesinatos. Nadie. Nadie porque tengo para mí que ni siquiera los ministros de Defensa saben qué decir en momentos como estos a una madre, a una esposa. «No estamos aquí para quedarnos. Ni siquiera para decirles a los afganos cómo tienen que vivir», decía hace algo más de un mes la ministra Carme Chacón en la base española. Bien, no estamos para quedarnos, pero se queda para siempre la vida de los nuestros. No estamos aquí para quedarnos, pero quizá ya no deberíamos estar. Los dos guardias iban a ser relevados el 22 de septiembre. Una fecha imposible de olvidar para los familiares.
«Estamos aquí para devolverles un país con la autoridad y los instrumentos de seguridad necesarios para la estabilidad, para que desde aquí ninguna organización terrorista pueda sembrar el terror sobre el resto del mundo y los propios afganos». Eso dice Chacón, pero no es verdad. Con respeto y consideración lo digo: eso que dice la ministra no es verdad. Y ella lo sabe. Afganistán es un país imposible. Tan imposible que un rato después del asesinato de nuestros dos guardias civiles centenares de afganos tiraban piedras contra la base española mientras pedían la muerte para el invasor. ¿Qué estamos haciendo allí? ¿Qué autoridad vamos a devolver a esta gente? ¿Cómo explicar que a pesar del dinero invertido las cosas empeoran? ¿Cómo decir que aunque las muertes de los soldados se cuentan por decenas los talibanes recuperan terreno lenta pero decididamente? No, no ha sido un accidente. No comparto la simpleza de que José María y Leoncio han muerto por España. Morir por España es otra cosa, que se les pregunte a sus familias. Han muerto porque un Gobierno decidió enviarlos a una zona de alto riesgo. Han muerto porque el capitán y el alférez fueron a cumplir una misión que se les encomendó. Lo hicieron con disciplina y dignidad. Tal y como vivieron.