Vista de la cámara acorazada del Banco de España, construida entre 1932 y 1935 y en la que se guardan más de cinco mil lingotes de oro. :: EFE
Economia

El oro brilla más en tiempo de crisis

En la cámara del Banco de España se guarda una parte del tesoro en forma de lingotes y monedas

MADRID. Actualizado: Guardar
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Las reservas de oro del Banco de España, 9,1 millones de onzas troy -cada onza equivale a un poco más de 31 gramos-, alcanzan ayer su más alto valor monetario, superior a los 7.000 millones de euros, gracias a la revalorización que el metal precioso ha experimentado con la crisis. Su importe hubiera sido mucho más elevado si el instituto emisor no hubiera seguido la pauta de otros bancos centrales y no se hubiera desprendido de casi la mitad de sus reservas en oro en el breve plazo de dos años, el bienio 2005-2007, una época en la que la recesión no había asomado todavía su negra sombra, y las autoridades monetarias estaban más preocupadas por rentabilizar sus activos y por su propia capitalización.

El precio del oro escaló un máximo de 1.212 dólares la onza a principios de este mes de diciembre, y desde entonces ha frenado ligeramente su escalada. Pero en términos reales no está ni mucho menos en sus máximos, porque la inflación ha hecho estragos en la historia reciente. Para que el valor de tan preciado metal llegue a niveles jamás conocidos, tendría que superar el equivalente a los 850 dólares que alcanzó su cotización en la década de los ochenta. Y eso supone que su precio actual habría de ser superior a los 2.200 por onza, algo que no contemplan ni los más entusiastas agentes del sector en un horizonte próximo.

Sólo una parte de los 9,1 millones de onzas troy, proporción que el Banco de España nunca ha querido precisar, se encuentra depositada en sus propias cámaras acorazadas. Es el oro intocable, porque del resto, guardado en la Reserva Federal de Estados Unidos (Fort Knox), en el Banco de Inglaterra y en el Banco de Pagos Internacionales de Basilea, es del que se echa mano cuando el Gobierno decide movilizar las reservas.

La cámara acorazada donde el Banco de España conserva su 'tesoro' está en el corazón de Madrid. Se construyó entre los años 1932 y 1935, bajo la dirección del arquitecto José Yarnoz, con 260 obreros trabajando a tres turnos y tuvo un presupuesto de 9,5 millones de pesetas. Al tiempo que vaciaban los 22.000 metros cúbicos de tierra, los obreros procedieron a canalizar las aguas de dos arroyos subterráneos, las Pascualas y Oropesa. Ya entonces se pensó que esas aguas, que ahora alimentan la fuente de La Cibeles, tendrían un posterior uso de seguridad por si fuera necesario aislar la que se denominó 'cámara del oro'.

La fortaleza

Para llegar a la cámara hay que descender a 36 metros de profundidad y superar tres puertas acorazadas, con pesos que oscilan entre las 8 y 16 toneladas cada una. Impresiona sobre todo la primera ellas, de acero inoxidable, que se acciona con un mecanismo manual, previamente liberado tras pulsar tres claves, sólo conocidas por tres altos representantes de los departamentos del banco. Su equilibrio es tan perfecto que basta un solo dedo para impulsar su cierre. El acceso final se realiza a través de un puente que permite salvar una zanja. En caso de producirse una alarma fundada, algo que nunca ha sucedido en los 70 años de historia de la cámara, los sucesivos accesos quedarían bloqueados, y el agua de La Cibeles inundaría el foso.

Los lingotes de oro son la estrella del tesoro que alberga la cámara acorazada. Son 5.060, y cada uno de ellos pesa 12,5 kilos (unas 400 onzas troy) lo que, unido a su forma, hace prácticamente imposible levantarlos con una sola mano. Entre ellos, aún quedan 38 comprados a Berlín en época de los nazis, que son de una ley más baja y llevan el sello del III Reich con la característica cruz gamada.

Pero otra sala acorazada atesora medio millón de monedas de enorme interés numismático acomodadas en 48 armarios precintados. Son apenas un tercio de las existencias porque, según ha explicado la ex jefa del archivo del Banco, Teresa Tortella -jubilada la pasada primavera- la neutralidad de España durante la primera Guerra Mundial le permitió comprar muchas monedas de oro, sobre todo dólares, soberanos ingleses y francos.