vuelta de hoja

Fundido a negro

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Que nadie se llame a engaño porque ya nos han engañado demasiadas veces. Se trata de que miremos para otro lado para no ver como se derrumban los muros de la patria nuestra para evitar que se nos caigan encima los escombros. Los señores Corbacho y Díaz Ferrán, transitoriamente noticiables, siguen discrepando sobre las cotizaciones y el ex ministro Solchaga cree que el Gobierno socialista explica mal sus medidas, pero está convencido de que es imposible recaudar 15.000 millones subiendo impuestos. La verdad es que las medidas no se ajustan a nuestro cuerpo social, que quizá no esté hecho para chalecos. Además los sastres son muy raros y recomiendan cosas extrañas. La vicepresidenta Salgado dice que aumentar la presión fiscal beneficia a los trabajadores y la ministra de Defensa Chacón dice que enviar más tropas a Afganistán es para poder regresar antes.

Para desviar la atención hay que seguir hablando de El Bigotes y de las grabaciones de Camps, de la madre de Pajín y del Santo Padre, al que le reprochan su opinión acerca de los condones. Pero hay que reconocer que nada ha dado tanto juego como la fotografía de Obama con la familia Zapatero. Las inocentes niñas iban vestidas de Cobrador del Frac en versión femenina. Lo más llamativo eran las botas, que recordaban mucho a las de Segarra, que sufrimos cuando su progenitor no había nacido. Duraban todo el bachillerato y cuando nos examinaban de una cosa llamada Reválida teníamos los pies destrozados, pero ellas estaban como el primer día. El look de los adolescentes puede ser una buena excusa para distraernos sobre el asunto verdaderamente preocupante, que es el porvenir de los adultos. Pero a algunos no nos engañan por mucho sentido del humor que tengan los modistos góticos.