VUELTA DE HOJA

Gente de noche

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Siempre ha gravitado «la divina península» en la vida española, claro que no es lo mismo exportar el endecasílabo que el fascio. Por desgracia, en nuestra fauna política actual no es posible un quelonio tan listo como Andreotti, pero «el itálico modo» sigue siendo muy influyente. ¿Tendremos también patrullas nocturnas de ciudadanos como las que acaba de autorizar Berlusconi? La noche se ha puesto difícil para las personas decentes. Los que saben que «el tiempo es una broma que se viste de luto cada día» han renunciado a pasear a oscuras y a tener los hombros gastados por la luna por culpa de la delincuencia. No es que los atacadores sean noctívagos: es que la sombra es su aliada, aunque vayan solos.

La medida, aprobada con carácter de urgencia mediante un decreto ley, responde a un clamor social, pero el Vaticano, con muy buen criterio, dice que constituye «una abdicación del Estado».

Todos los somatenes intentan suplir deficiencias de la policía. Los vigilantes del barrio, además, no irán armados más que con teléfonos móviles, o sea, que han seguido el ejemplo de los dueños de las fincas que se compran un perro muy chico y nervioso para que despierte al perro grande y fiero que la custodia.

Es evidente que en las épocas de crisis aumentan los delitos, lo que nos hace sospechar de algo que sabíamos: que somos buenos porque llevamos buena vida, aunque eso no sea válido para los aforados de la trama corrupta. Las patrullas nocturnas se dedicarán con preferencia a los inmigrantes, ya que todos son sospechosos de serlo. Los indocumentados podrán ser retenidos hasta seis meses. No es que amen la noche silenciosa hasta cierto punto y mágica siempre, es que no tienen donde dormir.