Sociedad

Un sobrio Montesinos revive

Roberto Verino conquista Cibeles con un romance con el México más sofisticado, mientras Ana Locking se pasea por los Alpes

MADRID. Actualizado: Guardar
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Ion Fiz puso el broche a la segunda jornada de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, en la que Francis Montesinos y Roberto Verino fueron los protagonistas indiscutibles. El eibarrés se sumergió en el océano ataviado con prendas versátiles que tomaron forma con tejidos livianos como el popelín y el tul velado con vainicas que definieron el corte. El joven diseñador se decantó por blancos, ocres, marinos, corales, celestes y chicles para recibir las pinceladas del artista Gabriel Moreno.

Ángel Schlesser prefirió irse de safari urbano con vestidos que acariciaban el cuerpo en tonalidades caqui y arena que se alternaban con estampados de leopardo recordando el paisaje de la sabana centroafricana de las fotografías del neoyorquino Peter Beard. El color aparecía de forma serena y armoniosa, en una gama de rosas y rojos que dieron forma a vestidos, abrigos y conjuntos de traje de chaqueta y pantalón con influencia de los años setenta. Pinceladas de amarillo y naranja tiñeron cuerpos ajustados, faldas drapeadas y escotes pronunciados para las noches de fiesta de la primavera-verano 2015.

Ana Locking permaneció en Estados Unidos. Inspirada en la novela de Thomas Mann 'La montaña mágica', mezcló la nostalgia de la vieja Europa con su indispensable iconografía pop americana. En la pasarela, convertida en un centro de reposo de los Alpes suizos -música de Heidi incluida-, mostró los altibajos emocionales de los pacientes del sanatorio como si de las curvas de una montaña rusa se tratase. La seducción y sofisticación estaban muy presentes en toda la colección, pero también lo estaban la serenidad y el equilibrio, fundamentando los cuatro pilares que sustentaron la línea. El blanco lo dominó todo, con el negro, el rojo, el verde y el azul cielo de medianoche como colores de inflexión en felpa de verano, neoprenos y gasas.

Muy del estilo Ana Locking fue la colección de Juanjo Oliva para Elogy. Los vestidos se convirtieron en lienzos en el que el modisto plasmó su admiración por la obra de la pintora brasileña Lygia Clark. Asimetrías en sedas y nylon para forrar plumíferos en bloques azules, naranjas y negros, en las que destacaban prendas muy trabajadas, alguna formada por 15 o 16 piezas diferentes, y otra en las que se conjugaban texturas tan diferentes como flecos, lino y algodón satinado.

Menos comercial fue Francis Montesinos. Arropado por sus seguidores de siempre, dedicó su nueva línea a la mujer dadora de vida en su colección más sobria y sofisticada. Trabajó sobre textiles sutiles como gasas y sedas o rotundos como la rafia, con estrellas de mar en los estampados. Pese a su -buen- intento, fue Roberto Verino el triunfador de la jornada con su homenaje a México. Un estilo moderno y cosmopolita que se inspiró en la artesanía de las culturas precolombinas, haciendo especial hincapié en sus bordados más representativos.

Piezas de fondo de armario como los trajes sastre compartieron escenario con sombreros de ala ancha y grandes ponchos en algodón, lino y seda salpicados con plumas de gallo. Las prendas, con guiños a los aztecas, abarcaron desde los tonos crudos de la tierra árida hasta los vibrantes colores de su exótica flora. En los detalles estuvo el encanto de la elegante colección del gallego, la mejor de las vistas hasta el momento en la pasarela madrileña, que el viernes abrió Devota & Lomba.

Modesto aderezó su modernista propuesta con flores sintéticas, aisladas de ornamentos de yeso. El vitoriano jugó con contrastes, texturas y escalas para retener el pasado en las simetrías academicistas. Molduras realizadas con resina como las que decoran las viejas fachadas nos llevaron a un tiempo donde se buscaba la emoción del objeto único. La naturaleza se incorpora de un modo plástico y abstracto, añadiendo un matiz sensible a superficies vacías en un blanco impoluto. Las prendas, de siluetas despegadas del cuerpo, compartieron protagonismo con sandalias de gladiador que aportaban dureza a unas piezas muy femeninas.