MUNDO

China y Japón se enfrentan en Latinoamérica

Las dos potencias asiáticas muestran sus intereses en las recientes visitas de sus líderes a la región

SHANGHÁI. Actualizado: Guardar
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El mundo ha cambiado. China lo ha puesto patas arriba con su despegue económico. La incontestable hegemonía de Estados Unidos y los coletazos del colonialismo europeo han llegado a su fin. Y donde más patente se hace esta aseveración es en el mundo en vías de desarrollo, el que atesora los mayores índices de crecimiento y las oportunidades de negocio más jugosas. Porque es en Asia, África y Latinoamérica donde el gigante asiático satisface su insaciable apetito de materias primas, y donde sus empresas llegan pisando la alfombra roja para hacer los tratos más interesantes: construcción de infraestructuras, apertura de mercados para sus productos e inversiones financieras en todos los sectores.

América Latina es la región a la que China ha llegado más tarde, pero las estadísticas son contundentes a la hora de señalar el impacto que allí está teniendo el país de Mao, convertido ya en el tercer inversor y en el segundo socio comercial de la zona. No en vano, el comercio bilateral se ha multiplicado por 20 desde el año 2000, alcanza ya los 193.500 millones de euros, y las inversiones chinas se han disparado hasta acariciar los 65.000 millones. Además, la tendencia al alza se agudiza a pesar de la ralentización del crecimiento económico de la segunda potencia mundial. «China representa un shock comercial y financiero permanente para Latinoamérica», afirmó categórico Goldman Sachs en un informe publicado el mes pasado.

No exageran. Empresas chinas están detrás de proyectos tan ambiciosos como el del nuevo canal que Nicaragua quiere construir para competir con el de Panamá, la mina de cobre de Toromocho, en Perú, o dos plantas hidroeléctricas en Argentina por un valor cercano a los 3.500 millones de euros. En total, hace dos semanas China ofreció 26.000 millones para diferentes proyectos por todo el continente.

Claro que a nadie se le escapa que junto al capital llega también un importante contrapeso político en la región, razón por la que los dirigentes comunistas cuentan con un trato de favor en países como Bolivia o Venezuela. En este último, las principales petroleras chinas se abastecen a placer, y la empresa estatal Citic está encargada del estudio que determinará las reservas de minerales del país, así como de la explotación de las minas de oro. Por lo tanto, no es de extrañar que el presidente chino, Xi Jinping, busque mantener viva la relación con los países que componen una región a la que ha realizado ya dos viajes -el último a mediados del mes pasado- desde que se puso al timón del país, en marzo del año pasado.

El rival en desventaja

Curiosamente, quien más rápido ha reaccionado ante esta ofensiva diplomática y económica ha sido Japón. Es el país que más esfuerzos está haciendo por contrarrestar el creciente peso de Pekín en todo el mundo. En Asia sus aliados están claros, y el contencioso que China mantiene con diferentes Estados del sudeste asiático por la soberanía de islotes varios en el Mar de China Meridional le granjea la simpatía de muchos de ellos, pero en América su desventaja es clara.

Por eso, el primer ministro Shinzo Abe, que ha visitado nada menos que 47 países desde que accedió al cargo en 2012 y ha sido calificado de 'trotamundos' por la propia prensa japonesa, acaba de concluir esta semana otra gira por Latinoamérica. Oficialmente, su objetivo es el que aducen todos los mandatarios que viajan sin que haya ningún fuego político de por medio: estrechar relaciones comerciales y políticas. Extraoficialmente, en el segundo apartado se encuentra recabar apoyos para que Japón pueda ocupar uno de los asientos no permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Hay quienes consideran que ese movimiento está íntimamente ligado al interés de Abe por modificar la Constitución pacifista que restringe la capacidad de su Ejército, y que con ello busca ganar influencia militar en un mundo cada vez más polarizado y peligroso.

El diario 'Japan Times', sin embargo, considera que la meta de Abe es confirmar el regreso de Japón como potencia mundial. Abe quiere hacer valer su poderío, que en algunos países resulta muy relevante. Con México, por ejemplo, Japón firmó un acuerdo de libre comercio en 2005, y actualmente el comercio bilateral asciende a casi 15.000 millones de euros. Y en Colombia podría repetirse ese éxito si llegan a buen puerto las negociaciones que comenzaron a finales de 2012 para cerrar un tratado similar. Pero no hay duda de que Brasil es el país en el que la guerra es más cruenta.

Actualmente el país que dirige Dilma Rousseff es el principal socio de Pekín en Iberoamérica -el comercio con China rozó los 70.000 millones de euros el año pasado- y, teniendo en cuenta que ambos forman parte del club de los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), China y Brasil van de la mano en la creación de un banco global que servirá para circunvalar las instituciones financieras mundiales. Pero Japón pretende lanzar su reconquista ofreciendo tecnología puntera para plataformas petrolíferas que exploten el potencial de Brasil en ese sector.

millones de euros es el montante al que asciende el comercio bilateral de China en la zona. Las inversiones chinas han llegado a acariciar ya los 65.000 millones.