El primer ministro escocés, el nacionalista Alex Salmond, sostiene una bebida local durante una rueda de prensa en Glasgow. :: RUSSELL CHEYNE / REUTERS
MUNDO

A Salmond se le agota el tiempo

A menos de dos meses de la consulta y con la campaña en tregua, el primer ministro escocés confía en el 27% que aún no sabe qué votará El 'no' continúa con clara ventaja ante un referéndum de independencia que resolverán los indecisos

LONDRES. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Quedan menos de dos meses para el 18 de septiembre, fecha de la celebración del referéndum sobre la independencia de Escocia, y la campaña ha entrado en una moratoria de diez días. Los políticos se han comprometido a no participar en actos que enturbien los vigésimos Juegos de la Commonwealth en Glasgow. No todo transcurre con placidez. La empresa organizadora de la ceremonia inaugural pidió a los Red Arrows, el conjunto de pilotos y aviones de la Real Fuerza Aérea que exhibe su destreza en este tipo de ocasiones, que emitiese en su estela humo azul y blanco, como los colores de la bandera de Escocia. Una intervención desde las alturas jerárquicas lo impidió y el humo fue rojo, blanco y azul; es decir, británico.

El líder de la campaña 'Mejor Juntos', Alastair Darling, ha advertido de que los independentistas planean algún truco con su decisión de que el Parlamento escocés siga en sesión durante el mes de agosto. Y el primer ministro, Alex Salmond, afirmó en vísperas de la tregua que está convencido de que Glasgow será «la ciudad de la libertad», la que decida el referéndum en favor del 'sí'.

¿Está Salmond en lo cierto o es una muestra más de su desesperación, como le reprochan los partidarios del 'no'? Los segundos se sienten confiados. Los sondeos tendrían que haber mostrado ya un cambio si fuese a ganar la independencia. Y las últimas encuestas, salvo alguna excepción, han aumentado ligeramente la ventaja del 'sí', invirtiendo la tendencia anterior al estrechamiento de diferencias.

El promedio de sondeos que publica regularmente el analista más respetado en Reino Unido, John Curtice, da una ventaja de 16 puntos al 'no' -58% contra 42%-, cuando los indecisos son excluidos. Pero el último estudio de la empresa TNS BMRB, del día 18, registra, además de un aumento insignificante de un punto para el 'sí', un porcentaje muy alto de indecisos, el 27%. Ese índice confirmaría el argumento de la campaña independentista de que hay más indecisos de los que registran otros sondeos y dejaría el pronóstico más incierto.

La misma empresa que ha realizado el último sondeo sobre la consulta registró, dos meses antes de las elecciones autonómicas de 2011, una diferencia de 44% frente a 29% en favor de los laboristas con respecto al Partido Nacional Escocés. La formación de Salmond ganó las elecciones con una diferencia inversa y desde entonces el líder independentista añadió a su reputación de político de alto calibre la de ser un fenomenal hombre en campaña. ¿Puede repetir la sorpresa de nuevo en dos meses? Para que se produzca, tiene que desplazar el voto de los indecisos hacia el 'sí' con un porcentaje abrumador, porque sólo uno de cada nueve votantes decididos cree que podría cambiar de bando. Buena parte de los indecisos viven en los barrios más pobres de Glasgow y por eso Salmond señala a la ciudad. Pero los partidarios del 'no' miran a Quebec, que tuvo un referéndum sobre su soberanía en 1995.

Polarizaciones

Las circunstancias en Quebec eran obviamente diferentes, pero, en los dos meses previos, los sondeos registraron un aumento paulatino del 'sí', que partía con una desventaja de 11 puntos el 9 de septiembre. La última encuesta, el 27 de octubre, registraba una ventaja del 'sí' por seis puntos, siempre sin contar con los indecisos. Y el día del voto, 30 de octubre, ganó el 'no' por 50,56% contra 49,42%. Los medios establecieron la versión ya canónica de lo ocurrido. Un cambio de liderazgo en la campaña independentista en las últimas semanas habría provocado el ascenso del 'sí' pero los indecisos se volcaron con el 'no' en las urnas.

John Fox y otros expertos en estadística de sondeos rebatieron esa versión aceptada en un artículo publicado en el 'Canadian Journal of Sociology' en 1999. Analizando la composición interna de todos los sondeos en los últimos dos meses llegaron a la conclusión de que el cambio de liderazgo no había tenido un efecto perceptible, pero sí las declaraciones de grandes empresarios anunciando que sus compañías se irían de Quebec si ganaba el 'sí'. Esas amenazas aumentaron el voto independentista.

Lo que Fox deduce de su análisis es que, en los últimos días de la campaña, se produjo una aguda polarización lingüística y étnica -en Escocia no existe-, que podría haber movilizado a la comunidad anglosajona más que a la francófona. Y que los sondeos registraron persistentemente una intención de voto al 'sí' mayor que la real. Los partidarios de preservar la unión, en Escocia o en Londres, citan a Quebec como garantía adicional de su victoria, aunque no está claro que la analogía resulte útil.

Pero el tiempo se agota para Alex Salmond, que tendrá su gran oportunidad para provocar el impacto que necesita, tras la tregua de los Juegos, en el primer debate televisado en directo con Alastair Darling, el 5 de agosto.