En la foto principal, Westhauser es trasladado en camilla ya fuera de la cueva. A la derecha, momento en el que es izado por la boca de la gruta y trasladado al helicóptero. :: EFE / AFP
Sociedad

Johann sale de la cueva

Los equipos de rescate logran sacar a la superficie al espeleólogo alemán atrapado a mil metros de profundidad en la mayor gruta del país

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A las 10.45 horas de la mañana de ayer Johann Westhauser volvió a la vida. Acunado en una camilla de rescate fue izado con una polea desde la boca de la cueva Riesending hasta la superficie, recorriendo así los últimos metros de una pesadilla que se ha prolongado durante doce angustiosos días. El espeleólogo por fin vio la luz del sol tras permanecer atrapado a mil metros de profundidad en las abismales entrañas de la sima más grande del país, situada en los Alpes bávaros. Un desprendimiento de rocas le alcanzó el pasado domingo 8 en la cabeza y el pecho y desde entonces ha sido protagonista de una espectacular y compleja operación de rescate en la que han participado 728 especialistas -espeleólogos profesionales, personal sanitario y tripulación de helicópteros- de Suiza, Italia, Austria, Alemania y Croacia. «Ha sido una de las operaciones más difíciles de la historia de los rescates en montaña», afirmó satisfecho Klemens Reindl, responsable del exitoso operativo.

Nada más salir del interior de la gruta, en la que ha pasado un total de 274 horas-, Westhauser fue examinado por los médicos de su traumatismo craneal en un hospital de campaña, y posteriormente trasladado en helicóptero a un hospital cercano. Extenuado y con gesto de abatimiento, su rostro evidenciaba las penalidades que ha tenido que sortear durante los últimos siete días que se ha prolongado el recorrido de vuelta desde el lugar del accidente, a seis kilómetros de la boca de la sima. Los primeros rescatadores llegaron a él el miércoles posterior al accidente, pero tuvieron que esperar 48 horas para iniciar el ascenso hasta que el espeleólogo, de 52 años, estuvo estabilizado y en condiciones de emprender el regreso. Tumbado en una camilla, diferentes equipos diseminados por el recorrido se turnaron en la tarea de avanzar en condiciones extremas por la cueva, conocida como La Enormidad, un auténtico dédalo de fosas, estrechos pasos y rápeles sólo aptos para la élite europea de la espeleología. Curiosamente, el mayor experto en la gruta era el propio Westhauser, que en los últimos doce años ha sido el encargado de explorar su interior.