Los familiares de los pasajeros del vuelo desaparecido, ayer durante una reunión en Pekín. :: R. PEÑA / EFE
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Errores que provocaron el mayor misterio de la aviación

La crisis por la desaparición del vuelo deja en evidencia carencias importantes en la seguridad del tráfico aéreo de Malasia

SHANGHÁI. Actualizado: Guardar
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«De acuerdo, buenas noches». Esas fueron las últimas palabras que se escucharon del vuelo MH370. Y ayer Malasia confirmó que las pronunció el copiloto del Boeing 777-200ER, Fariq Abdul Hamid, después de que se apagasen dos sistemas de localización del aparato. Catorce minutos más tarde se inhabilitaron los transpondedores. ¿Pero por qué lo hizo? Es una de las principales preguntas a las que tienen que dar respuesta los investigadores si quieren saber qué sucedió a bordo del avión de la compañía Malaysia Airlines que se desvaneció sin dejar rastro hace ya diez días. ¿Estaba siendo amenazado por secuestradores que tenían intención de aterrizar el aparato en una base talibán secreta? ¿Se había hecho con los mandos y tenía la intención de suicidarse?

Parece evidente que la verdad no se sabrá en mucho tiempo, si es que alguna vez sale a la luz. Pero lo que sí ha quedado claro es que la seguridad del tráfico aéreo en Malasia deja mucho que desear. No sólo porque dos pasajeros iraníes consiguieron embarcar sin problemas suplantando la identidad de otros dos europeos cuyos pasaportes robados habían comprado, sino porque resulta sorprendente que un avión pudiese desaparecer y volar miles de kilómetros sin que nadie diese la voz de alerta y tratase de interceptarlo.

Como apuntó el diario The New York Times, el Boeing tuvo que cruzar tres baterías de radares militares malasios y sobrevolar una de las principales ciudades del país asiático para tomar el rumbo que finalmente lo llevó hacia el oeste. Sin embargo, las cuatro personas de la sala de control de radar ni se fijaron en la señal y no hicieron absolutamente nada ante la existencia de un vuelo no autorizado. Si hubiesen activado la alerta, cazas militares de la cercana base de Butterworth lo habrían buscado y el culebrón habría acabado. Así, su dejadez podría terminar siendo el error que más ha dificultado las operaciones de búsqueda.

Pero quizá podría haberse subsanado si el Gobierno malasio hubiese puesto fin al rastreo en el mar de China Meridional, donde una docena de países malgastó una semana, cuando datos relevantes que se conocieron pocas horas después de la desaparición del aparato según fuentes de la investigación ya apuntaban en otra dirección. Concretamente, hacia el norte hasta Asia Central y hacia el sur hasta la mitad meridional del océano Índico. Son dos zonas en las que se encuentran algunos de los lugares más remotos de la Tierra, cuyo perfil geológico va desde los 6.000 metros de altitud del pico más alto hasta los 7.000 metros de profundidad de las simas más hondas. En ese territorio hostil trabajan desde ayer medios navales y aéreos de 26 países.

Llamada de Pekín

Ayer se supo que la Policía investiga ahora entre los pasajeros a un ingeniero aeronáutico llamado Mohd Khairul. Se trata de un malasio de 29 años que en las redes sociales había asegurado trabajar para una empresa suiza de jets privados y que podría tener los conocimientos suficientes para pilotar el Boeing. «Sólo podemos confirmar que estamos escrutando a todos los que podían tener conocimientos de aeronáutica a bordo pero no podemos dar más detalles por respeto a la familia», señaló un oficial malasio a Reuters.

No obstante, esa opacidad, que podría estar motivada por un excesivo celo a la hora de preservar su tecnología militar, es la que saca de sus casillas a China. Por eso, ayer el primer ministro chino, Li Keqiang, telefoneó a su homólogo malasio, Najib Razak, para pedirle información más precisa y que se le mantenga al corriente de todas las novedades según se produzcan. Pero, ahora, muchos analistas consideran que ya es demasiado tarde. Si el avión se estrelló, aunque se encuentren sus restos flotando, éstos se habrían desplazado ya cientos de kilómetros desde el lugar del impacto y podría ser imposible recuperar las cajas negras que guardan toda la información. Por si fuese poco, en 20 días se agotará la batería del dispositivo que facilita localizarlas.