Un vehículo del Ejército israelí patrulla en la frontera de su país con Líbano. :: KIRYAT SHMONA / REUTERS
MUNDO

Siria amenaza a Israel con un contraataque

El país hebreo mantiene absoluto mutismo sobre un atentado que extendería la dimensión del conflicto

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Tras casi dos años de conflicto y con más de 60.000 muertos, según estimaciones de Naciones Unidas, lo último que le faltaba a Siria era un ataque aéreo de Israel para terminar de enturbiar la situación. Un bombardeo al que Damasco se reserva el derecho de «responder por sorpresa», declaró el embajador sirio en Líbano, Ali Abdul-Karim Ali. Las autoridades judías mantuvieron un mutismo absoluto durante toda la jornada y no respondieron a las acusaciones del régimen sirio sobre un supuesto ataque aéreo contra un centro de investigación científica a las afueras de Damasco.

Los medios oficiales informaron de que dos empleados perdieron la vida y otros cinco resultaron heridos tras un bombardeo que el miércoles destrozó este complejo situado en el distrito de Jemraya y que, de confirmarse, sería el primer ataque israelí contra Siria desde 2007, cuando bombardeó una planta nuclear en el este del país. Una versión contraria a las filtraciones de distintas agencias de inteligencia a medios como BBC o Al-Yasira en las que confirmaron un atentado, pero contra un convoy de camiones que portarían misiles SA-17 para Hizbolá en una zona próxima a la frontera, no contra unas instalaciones científicas. En este caso, como en casi todo lo relacionado con Siria, es muy complicado saber realmente lo ocurrido por la falta de fuentes independientes.

Damasco negó la teoría del convoy con armas para el brazo armado del Partido de Dios libanés y no dudó en elevar una protesta formal ante la ONU a través de un comunicado en el que advirtió que tiene «el derecho de defenderse y de defender su territorio y su soberanía» y responsabilizó de las consecuencias que puede acarrear esta agresión a «Israel y los Estados que lo protegen en el Consejo de Seguridad». El organismo internacional mantiene desde 1974, fecha de la firma del armisticio, una misión de observadores en los Altos del Golán, en plena frontera entre Siria e Israel, pero un portavoz militar aseguró no haber detectado «ningún avión sobrevolar la zona de separación y por tanto no puede confirmar el incidente».

Respaldo

El régimen recibió el respaldo inmediato de sus dos grandes aliados, Rusia e Irán, pero también de un organismo que busca la caída de El- Asad como la Liga Árabe. «Si se confirma esta información, ello significa que hubo bombardeos sin ninguna justificación en territorio de un Estado soberano, lo cual viola groseramente la carta de la ONU y es inaceptable, cualquiera sea el motivo», indicó un comunicado emitido por el Kremlin. Teherán, por su parte, alertó de las «graves consecuencias» de esta acción. Un serio aviso teniendo en cuenta que ambos países tienen un acuerdo de defensa mutua en caso de agresión externa. La operación israelí logró también que la Liga Árabe, a través de su secretario general, Nabil al-Arabi, condenara «una violación flagrante del territorio de un Estado árabe y de su soberanía».

En EE UU, el consejero de seguridad de la Casa Blanca, Ben Rhodes, se limitó a decir que «Siria puede desestabilizar aún más la región mediante la transferencia de armas a Hizbolá». En medio de los tambores de guerra, el vicepresidente Joe Biden tiene previsto reunirse durante el fin de semana con el canciller ruso Serguei Lavrov y el mediador internacional Lajhdar Brahimi para analizar la situación en Siria.

A este encuentro se ha invitado también al líder de la oposición siria en el extranjero, el jeque Moaz al-Jatib, que esta semana ha dado un giro a su postura y ha tendido la mano a los representantes del régimen para iniciar un proceso de diálogo. Opositores políticos consultados por teléfono en el interior de Siria piden tiempo para intentar esclarecer lo ocurrido, pero de confirmase lo consideran un «regalo para Bashar» porque ofrece «nuevos argumentos para intensificar el uso de la fuerza» a la vez que «da credibilidad a su discurso de que es víctima de un complot internacional».