Fuerzas de seguridad egipcias montan guardia en las inmediaciones del tribunal constitucional. :: REUTERS
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El 'sí' a la nueva Constitución alumbra un Egipto más dividido

Las denuncias de fraude y la baja participación empañan la aprobación de la Carta Magna, que cosechó el 64% de los votos en el referéndum

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Los egipcios han respaldado mayoritariamente la Constitución impulsada por el presidente Mohamed Mursi, aunque la aprobación del que debía ser el proyecto legal más importante de la transición, que definirá qué camino quiere tomar el país, no parece que vaya a servir, por ahora, para unir a los egipcios en una senda común. La oposición no islamista, que se ha opuesto a esta Carta Magna, corroboró ayer los resultados no oficiales anunciados por los Hermanos Musulmanes, que sitúan la victoria del 'sí' en todo el país en el 64% de los votos (71% en la segunda fase), pero denunciaron fraude en el referéndum.

Como se esperaba, los partidarios de la nueva Constitución, que ha generado una profunda división en la sociedad egipcia, ampliaron su margen en la segunda fase de este plebiscito, que tuvo lugar ayer en 17 provincias del país. En el conjunto de la nación solo 3 provincias han rechazado el texto, El Cairo y Garbiya en la primera fase celebrada hace una semana, a los que ayer se sumó Menufiya, la cuna del expresidente Hosni Mubarak. El hecho de que en la capital, centro político y económico y corazón de esta compleja nación, se impusiera el 'no' hace prever que aún quedan muchas batallas políticas por librar en Egipto. La próxima de ellas probablemente sea la de las elecciones legislativas, que deberían celebrarse aproximadamente dos meses después de la aprobación de la Constitución.

«El referéndum no es el final del juego. Es solo una batalla en esta larga lucha por el futuro de Egipto», señaló ayer el Frente de Salvación Nacional, que unifica a la oposición no islamista, en un comunicado. El grupo denunció ayer que las «irregularidades» que se han cometido durante las dos fases del plebiscito invalidan el texto, y anunció que piensan impugnar los resultados. La Comisión Electoral podría anunciar el recuento oficial del referéndum hoy lunes, pero el FSN seguirá oponiéndose al texto en manifestaciones pacíficas e intentará modificarlo o anularlo a través de «medios democráticos».

Las irregularidades son una plaga endémica en un país como Egipto, cuya democracia aún inmadura no ha conseguido erradicar viejas prácticas como la compra de votos. La Comisión Electoral podría ordenar la repetición de la votación en puntos concretos si se demuestra que se han cometido violaciones, aunque es más que improbable que pudiera afectar al resultado del referéndum.

Ambigüedad

Como en la primera fase del plebiscito, la participación ha sido decepcionantemente baja. El sábado solo acudieron a las urnas el 30% de los convocados, en parte consecuencia de la «fatiga electoral» de los egipcios, que desde la caída de Mubarak hace menos de dos años han sido llamados a votar en cinco ocasiones. Pero para la oposición, la baja afluencia también resta legitimidad al nuevo texto, al que se ha llegado sin un consenso de la sociedad egipcia. El FSN y otros grupos consideran que la nueva Carta Magna no reconoce el sentir de la mayoría de los egipcios, ya que ha sido redactada por una mayoría islamista y aprobada a la carrera, y además es lo suficientemente ambigua, aseguran, como para que los gobernantes islamistas impongan nuevas restricciones a las libertades escudándose en la sharía.

El referéndum constitucional viene precedido de semanas de inestabilidad que han polarizado aún más a la sociedad egipcia, pero ha conseguido lo que parecía imposible: unificar a la oposición no islamista. El germen surgido del FSN, una amalgama de pequeños partidos socialistas, nacionalistas y liberales, podría generar un nuevo partido político que hiciera frente a las formaciones islamistas que, lideradas por el Partido Libertad y Justicia de los Hermanos Musulmanes, copan gran parte del espectro político egipcio, anunció ayer uno de los miembros del Frente, Mohamed Abul Gar, líder del Partido Socialdemócrata.