PAN Y CIRCO

AULESTIA

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El Cádiz tiene un problema. En realidad tiene mil, pero uno perfectamente localizado. Y responde al nombre de Oinatz Aulestia. El guardameta vasco, de incuestionable valía, es uno, mejor dicho, es el único ídolo actual de la afición amarilla. Merecido, ganado a pulso al ser el baluarte de la temporada pasada, el mejor y quien más mereció ese ascenso a Segunda División.

Pero en el fútbol, ayer ya es pasado, y el pasado cuenta muy poco. Todo ha cambiado. El arquero ha protagonizado un inicio de liga tan irregular que obligó a Monteagudo a sentarle en el banquillo para dar plaza a Bernabé. Desde entonces no hay semana en la que su nombre no acapare titulares en prensa y minutos en radio. Ofertas del exterior, ofrecimientos, polémicas con los técnicos... Como curiosidad, da una rueda de prensa que no se había convocado y prefiere no hablar en otra para la que se le había citado. Ahora se le acusa a Ramón Blanco de dejarse influenciar por Gaucci a la hora de dejarlo fuera del encuentro con el Melilla, donde recuperó la titularidad pero la perdió en el último momento. Ambas partes han desmentido categóricamente este asunto, al menos de puertas para afuera.

Sin ser culpa exclusiva de Aulestia, este Cádiz, en puestos de promoción a Tercera y al que le cuesta casi respirar, no puede permitirse el lujo de hacer de su vestuario un polvorín. Que esto sea otro quebradero de cabeza. El problema debe morir ya, y posiblemente acabe con el vasco fuera de Carranza en enero. Una lamentable pérdida para los que sabemos todo lo que puede dar, pero parece que la única opción. El club se quedará con Bernabé y subirá a Stancampiano, un portero de excelente proyección en el que Gaucci confía plenamente. Porque puestos a mirar el mercado invernal, la tranquilidad sería el mejor refuerzo.