EL RAYO VERDE

UNA LECTURA LOCAL

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Las urnas hablaron anoche en Cataluña y su veredicto abre muchas incógnitas y análisis, en clave política pero también territorial. Han sido las elecciones autonómicas más inquietantes también para los que no votábamos, porque entendemos que nuestro futuro puede verse afectado por la nueva composición de la Generalitat y sus próximos pasos. Aunque Mas no haya conseguido sus objetivos, desde la última Diada y su multitudinaria marcha a nadie le caben dudas de que la revisión del 'modelo de Estado' está sobre la mesa y que hay que volver a sacar las calculadoras para sustentar las posiciones, porque la solución más evidente, aunque no se diga, pasa por 'mejorar' a Cataluña y, de camino, volver atrás en el tiempo, a la España de las autonomías 'versus' las regiones. Es decir, que el reparto puede crear españoles de primera y de segunda.

El discurso del agravio andaluz está cuantificado: según las cuentas de la Junta, con el sistema actual la comunidad pierde unos 2.300 millones, que lograría si el reparto se hiciera por población. El argumento es que todos los ciudadanos españoles deben recibir por igual, con independencia de donde residan, porque por igual contribuyen. Es de esas cuestiones 'de Estado', o 'de comunidad autónoma', sobre la que todos los partidos parlamentarios andaluces deberían estar a una, con independencia de incomodar o no al Gobierno de Madrid. Los movimientos en este sentido del presidente Griñán ya han sido detectados y en medios catalanes se dice que está dispuesto a irse a las barricadas.

Aparte de la viabilidad o no de la consulta y de la independencia, hay en juego otros valores que parecen en desuso, ahora que ya nos hemos rendido por completo al becerro de oro. Hablo de la solidaridad, una palabra que también se usa en catalán; de equilibrar la sociedad, de mejorar la situación de los que están en peores condiciones, o por el contrario de dar la espalda a estas ideas y atesorar riquezas, privilegios, desigualdades, que siempre son a costa de otros. Es decir, se trata de estar o no a favor de un mundo mejor, en todos sus kilómetros cuadrados, incluso los más cercanos. De ser o no un Estado moderno.