ESPAÑA

Las pateras inundan el estrecho

El incremento de la inmigración irregular durante el último mes alcanza los niveles de 2001 a 2004, años de máxima actividad

MADRID. Actualizado: Guardar
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En apenas una semana el drama de la inmigración clandestina se ha vuelto a sentir con la intensidad de otros tiempos. Las pateras vuelven a surcar las aguas del Estrecho y el mar de Alborán con una frecuencia insólita, alcanzando niveles de 2001 a 2004, años de máxima actividad a través de estas rutas, reconoce la Cruz Roja. Este repunte lleva aparejadas unas consecuencias trágicas que se personalizan en los miles de subsaharianos que han pagado con sus vidas el sueño de hallar en España las oportunidades que se les niegan en sus países de origen.

Desde 2006, año en el que, según datos del Ministerio del Interior, 39.180 personas arribaron a las costas españolas, la inmigración irregular experimentó una constante disminución. El pico más bajo se registró en 2010, cuando solo se contabilizaron 3.632 llegadas, 35.548 menos que cuatro años atrás. Este descenso se explica en gran medida por el endurecimiento de las medidas de control. La tónica a la baja se frenó en 2011 con un balance de 5.443 personas, una línea ascendente que se mantendrá en 2012. Según la Agencia Europea de Fronteras (Frontex), en el primer semestre se interceptó a 2.559 inmigrantes, un 3% menos que en el mismo periodo del año anterior aunque el incremento detectado a lo largo de estas últimas semanas permite prever un ligero aumento. Pero existe una salvedad, 2011 se vio muy influenciado por las migraciones provocadas a causa de la 'primavera árabe', fenómeno que en cambio no ha tenido trascendencia el presente año.

La reciente oleada de pateras tiene en esta ocasión como escenario la costa andaluza, toda vez que la llegada de inmigrantes a las Islas Canarias, principal destino en 2006, se ha visto reducida prácticamente a cero. Tanto el Estrecho como el mar de Alborán se presentan ahora como las principales rutas de acceso a España. Frente al archipiélago juega a su favor la proximidad entre las costas de uno y otro continente, con una distancia de 14 kilómetros en el punto más cercano y 84 desde la ciudad de Alhucemas, una de las plataformas de salida y desde la que partió la patera que naufragó la pasada semana llevándose consigo la vida de 54 subsaharianos.

El director adjunto operativo de la Guardia Civil, Cándido Cardiel, fue explícito durante la celebración el pasado día 16 de la VII Conferencia Euroafricana al destacar que, aunque la inmigración irregular no se puede comparar a día de hoy con la de años atrás, esta «no ha terminado todavía». «Este fenómeno es una mancha de aceite y si una puerta se cierra, se cuela por otra», apuntó. Y la puerta que se abre ahora de nuevo parece ser la del Estrecho.

Desde la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) se apoya este razonamiento. Carlos Arce, coordinador del área de Inmigración de esta ONG, destaca que el reforzamiento de la vigilancia en Canarias ha hecho que se abran otras rutas. «Siempre se buscan los caminos más fiables», afirma.

Clima y presión marroquí

Desde la APDHA se señalan dos factores que podrían explicar el reciente auge de las pateras. El primero es cíclico y se corresponde con el clima. Miles de personas viven a la intemperie en los campamentos de Marruecos y por estas fechas, a las puertas del invierno, intentan dar el salto a territorio español. Más aún aprovechando el buen tiempo, como ha sido el caso del pasado mes de octubre. El otro se refiere al cambio de actitud de las autoridades del país vecino. En concreto a «la represión, -denuncia Arce- que desde hace meses ejercen las fuerzas de seguridad del país vecino contra los subsaharianos que se agolpan en sus costas». Se critica además desde la APDHA que el trato de la Policía y el Ejército marroquí se vuelve más severo conforme se acerca el momento a final de año de presentar a la UE números de deportaciones y control de fronteras.

José Palazón, presidente de la asociación Pro Derechos de la Infancia (Prodein) de Melilla, valora que la inmigración clandestina no está creciendo en volumen, sino que en los últimos meses se está produciendo de una forma más desordenada y mucho más peligrosa. El motivo son, coincide, las redadas que las fuerzas marroquíes están realizando al otro lado de la frontera. Califica la situación más allá de la valla de Melilla como de «zona de guerra donde los inmigrantes sobreviven como los judíos en la Alemania nazi, escondidos y atemorizados». «A partir de 2006 los subsaharianos podían trabajar y reunir los 3.000 euros que les puede costar la entrada en España, pero debido al aumento de la represión marroquí ahora se ven obligados a intentarla de forma desesperada y muy arriesgada», añade el presidente de Prodein, quien asegura haber sido testigo de cómo policías marroquíes rompen con piedras las piernas y los brazos de los 'sin papeles' para evitar que intenten de nuevo cruzar a España.

Robados y vejados

«Hay que tener en cuenta -corrobora Arce- que en muchos casos estas personas inician el viaje desde países que se encuentran a miles de kilómetros y durante el viaje son robadas y vejadas. Cuando llegan a su destino en Marruecos ya no les queda nada, por lo que deben empezar de cero para poder financiar su pase a España». Pero muchos subsaharianos prefieren arrojarse al mar en un futuro incierto antes que seguir sometidos a la amenaza de la deportación o la detención, denuncia la APDHA. Y, según Palazón, los culpables de esta situación son los gobiernos que «juegan con estas personas como si fueran mercancía».

Para la APDHA, «Europa se ha convertido en una fortaleza, rodeada de fosos de muerte como el Estrecho, y es cada vez más oscura, cada vez más inhumana». Las cifras no contradicen esta afirmación. En 2011 perdieron la vida intentando alcanzar las costas españolas 198 personas. En 2008 la cifra ascendió a 581. Solo en el pasado octubre fallecieron otras 65. Y eso sin contar los naufragios sobre los que no se tiene constancia. Se trata en su mayoría de personas que no saben nadar y se lanzan al mar en paupérrimas embarcaciones que en ocasiones no pasan de ser lanchas de juguete.

Se estima que solo un 25% de los inmigrantes clandestinos logra llegar a España sin ser interceptado. «Se ven obligados a jugarse la vida o endeudarse con las mafias porque se les hace inviable entrar en Europa. Ahora los españoles emigran hacia Chile, Brasil, Estados Unidos o Alemania porque disponen de los mecanismos legales para viajar, pero si estos no existieran habría que ver qué sucedía», concluye Arce.