
Griselda Gambaro recoge el Atahualpa del Cioppo, a quién conoció «de joven»
La escritora argentina ha sido galardonada con el Premio del Festival Iberoamericano de Teatro en reconocimiento a su trayectoria
CÁDIZ. Actualizado: GuardarLa escritora y dramaturga Griselda Gambaro, nacida en Buenos Aires (Argentina) en 1928, recibió ayer el XIII Premio del Festival Iberoamericano de Teatro (FIT) de Cádiz Atahualpa del Cioppo en reconocimiento a toda una carrera cuyos inicios, según reconoció, no fueron fáciles porque se sentía «ignorada y extranjera para los colegas dramaturgos».
Durante un acto celebrado en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Cádiz, presidido por la regidora gaditana, Teófila Martínez, Gambaro recogió emocionada el galardón de manos de la viuda de Atahualpa del Cioppo, al que recuerda «haber conocido de muy joven en la sociedad de autores de Buenos Aires».
Según expresó, en sus inicios se sentía una autora «rechazada» por sus primeras obras y «sospechando que fuera por motivos o posiciones políticas». Entonces, según relató, Atahualpa le abrazó «de modo afectuoso y con entusiasmo» y expresó tanta confianza en su obra que allí comenzó con él «una historia larga en el teatro rioplatense».
Finalmente, Griselda Gambaro quiso agradecer al Patronato de Cádiz este premio porque le «devuelve el abrazo de Atahualpa» y le «confirma en este camino que, fuera de las distintas individualidades, no terminará nunca mientras exista en los seres humanos esta inclinación incomprensible, la hermosa persistencia del teatro, seamos públicos o actores, que nos otorga como a niños asombrosos la eternidad en un día».
La dramaturga es una de las figuras señeras de su generación. Comenzó con la narrativa y pronto la alternó con la dramaturgia. Casada desde 1955 con el escultor Juan Carlos Distéfano durante la dictadura militar argentina se exilió en Barcelona entre 1977 y 1980 regresando luego a Argentina.
Gambaro practica un «teatro ético», donde la preocupación por la condición humana (la justicia, la dignidad, el perdón) es planteada no a través de interrogaciones abstractas sino de las relaciones humanas. En sus textos, los vínculos tradicionales de la sociedad (familia, amigos, patrones) engendran humillaciones, odios y rencores, pero también hay lugar para la esperanza.