El expresidente francés y su esposa salen del pase privado de un documental sobre Libia. :: AFP
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La vuelta de Sarkozy

PARÍS. Actualizado: Guardar
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'Sarko, le retour'. Vuelve Nicolas Sarkozy. El expresidente francés sale de su retiro dorado junto a Carla Bruni y la pequeña Giulia, hija del matrimonio. El parado hombre de acción termina la travesía por el desierto de poder. Se acabó la depresión post-Elíseo. El derrotado por François Hollande regresa a la palestra a la manera de sus ilustres congéneres.

El próximo 11 de octubre pronunciará una conferencia en Nueva York, la lucrativa actividad de los mandamases jubilados por las urnas. Invitado por el banco de inversiones brasileño BTG Pactual, ingresará en el círculo oratorio de los estadistas desaparecidos. A 100.000 dólares (unos 77.700 euros) el discurso, como poco. En los salones del hotel Waldorf Astoria, donde también intervendrá el expresidente peruano Alan García, será el único no sudamericano en tomar la palabra. El comienzo de una nueva vida.

Sarkozy recibe clases de inglés tres veces a la semana. Es su asignatura pendiente y un fastidio cuando ha sido invitado a dar otra conferencia en Moscú en diciembre. A falta de conocer el caché, su gabinete tilda de ridícula la suma de 250.000 euros por 40 minutos que ha circulado. José María Aznar y Tony Blair le habrán puesto este verano al corriente de los emolumentos que se estilan entre los colegas. Ambos forman parte de la lista de personalidades extranjeras que han desfilado por su despacho: la exministra de Asuntos Exteriores israelí Tzipi Livni, el presidente marfileño Alassane Ouattara, el senegalés Macky Sall, el libanés Saad Hariri... Hasta el decorado recordaba el Elíseo, pues la dirección del patrimonio francés le ha prestado los muebles del salón de la planta baja de palacio en el que le gustaba trabajar.

Para calmar el síndrome de abstinencia, Sarkozy se ha instalado en los locales que le ha brindado la República en el vecindario de la sede de la jefatura del Estado. El exjefe de la Policía Michel Gaudin, despedido por el ministro del Interior socialista Manuel Valls de la Prefectura de París, es su jefe de gabinete al frente de una decena de colaboradores. Entre ellos figura Consuelo Remmert, hermanastra de Carla Bruni, que se ocupa de las relaciones internacionales avalada por su experiencia desde 2008 en la célula diplomática del Elíseo. Una decena de agentes se encarga de velar permanentemente por la seguridad, incluida la hora diaria de tenis o carreras por el bosque de Bolonia.

De mansión en mansión

Sarkozy endulzó en mayo el mal trago de la derrota con Carla Bruni entre el lujo del palacio que el rey Mohamed VI de Marruecos puso a su disposición en Marrakech. En junio, la pareja se refugió en la mansión francesa del publicista Jean-Michel Goudard. En julio fueron los huéspedes del multimillonario canadiense Paul Desmarais en su palacete al sur de Québec, réplica de una villa veneciana con golf y un inmenso parque habitado por osos y ciervos.

En agosto veranearon en la casona que la familia Bruni posee en la Costa Azul, a la que esta vez se desplazaron en helicóptero alquilado desde el aeropuerto de Tolón como acostumbraban los magnates italianos. «Ya no tenemos que dar cuentas», dice Le Monde que repite Carla a sus amigos.

El matrimonio se dejó ver en público en París el 1 de septiembre con motivo de la boda de la exmodelo Farida Khelfa y del industrial Henri Seydoux, de la que Bruni fue testigo al igual que Elle MacPherson. Por allí pululaban Jean-Paul Gaultier, Philippe Starck, Inès de la Fressange, Arielle Dombasle, Bernard-Henri Lévy y otras amistades de 'Carlita' que forman el nuevo círculo de relaciones del político retirado. El futbolista Zlatan Ibrahimovic, rutilante estrella del Paris Saint Germain, va a ser el nuevo vecino del confeso hincha del equipo capitalino en la exclusiva urbanización de París en la que Bruni está domiciliada, como la cantante Rika Zarai, el óptico Alain Afflelou o el hombre de negocios Arnaud Lagardère.

Sarkozy luce barba de tres días, una moda mal vista en política. Los observadores escrutan ese signo en la muda esfinge como una señal de abandono definitivo. ¿No había anunciado antes de ser derrocado que se dedicaría a la 'dolce vita' y a hacer dinero? Carla Bruni no disimula el alivio de haber escapado a una vida infernal. Pero nadie se atreve a asegurar que el líder conservador no reanude la actividad a la que consagró 35 años.

Su popularidad remonta en los sondeos de opinión y una reciente encuesta refleja la impresión mayoritaria de que lo haría mejor que Hollande. Bernadette Chirac, esposa de su predecesor en la jefatura del Estado, pronostica que «los franceses irán a buscar a Sarkozy». «La gente cambia de opinión. Se tiene que callar. Hay que saber esperar», le aconseja. Xavier Musca, su secretario general en el Elíseo y hoy director general del Crédit Agricole, ha tirado de metáfora zoológica en Le Figaro: «El tigre puede decidir que hace un régimen vegetariano, pero llega un momento en que la gacela se vuelve tentadora».