Mariano Rajoy espera a intervenir en el Círculo de Empresarios de Sitges.:: REUTERS
Economia

Rajoy defiende una autoridad fiscal europea y niega que España esté al borde del precipicio

«Vamos a salir adelante, porque lo que está en juego es la propia continuidad de la Unión Monetaria», asegura

SITGES (BARCELONA). Actualizado: Guardar
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El presidente del Gobierno ha estrenado un nuevo estado de ánimo: el «realismo optimista». Frente a los «agoreros» que anuncian el apocalípsis, Mariano Rajoy niega que España esté «al borde del precipicio». Dicho de otra forma, no espera que vaya a producirse el temido rescate europeo, que acarrearía un paquete de medidas draconianas, como bien conocen Grecia, Portugal e Irlanda. Con la prima de riesgo en máximos históricos, la Bolsa en caída libre y una fuerte inquietud por la salud del sistema financiero, el jefe del Ejecutivo cumplió ayer con su compromiso anual con el Círculo de Economía (lleva ocho años seguidos participando) y acudió a Sitges para tratar de transmitir al mundo económico un mensaje de «serenidad, confianza y optimismo».

«Es natural que en unas circunstancias como las que estamos atravesando surjan temores, recelos o inquietudes, pero no vamos a naufragar», afirmó Rajoy, tratando de acallar todas las voces que hablan de una posible quiebra de nuestra economía y de una inminente actuación de la Unión Europea para rescatarla.

Hasta ahora esos ecos venían desde el lado anglosajón, ya sea del premio Nobel Paul Krugman, que ha advertido del riesgo de corralito, o de la prensa económica anglosajona, con el Financial Times a la cabeza, que ha aireado el fantasma de la intervención. Sin embargo, esta semana incluso parte de los medios españoles hna alertado de la proximidad al abismo. Rajoy no desperdició su primera oportunidad para leerles la cartilla. «Asistimos en estos días a un constante desbordamiento de comentarios, alarmas y profecías que parecen preludiar el final de los tiempos», criticó el presidente, quien admitió, no obstante, que hay «turbulencias», aunque lo que importa es que la economía española pueda «soportarlas» y «sobrepasarlas con éxito».

Sin naufragio

Aprovechando su visita a la ciudad costera de Sitges, Rajoy se empapó de su espíritu marinero y utilizó un símil náutico para describir el estado de las cuentas del país. «Esto se parece a la situación de un barco castigado por una tormenta en alta mar y que se mueve mucho y por tanto alarma a los pasajeros», relató. Que la nave se balancee «no significa que corra riesgos inevitables, ni que sufra una avería en las máquinas, ni que haya perdido el rumbo», precisó. Esto quiere decir, remató la comparación, que el barco navega con mar de fondo, en circunstancias más difíciles de las habituales, «pero nada más». Aunque «las dificultades son grandes -dijo-, ni nos hemos librado de las amenazas, ni vamos a sucumbir a ellas».

De lo que está seguro es de que «España no va a naufragar», porque es un país «sólido», uno de los «principales mercados europeos» y porque tiene una economía abierta al mundo. Y porque parte del futuro de la Unión Europea y del euro dependen, a su juicio, de lo que le pase a España. «Vamos a salir, porque lo que está en juego no sólo es el futuro económico de España, sino la propia continuidad de la Unión Monetaria Europea», remató. Europa supone parte del problema por sus indecisiones, pero en ella radica la solución. Por eso Rajoy reafirmó su apuesta por una mayor integración y defendió «crear una autoridad fiscal europea que pueda orientar la política fiscal en la zona euro».

Un poder económico supranacional que armonice las políticas fiscales de los estados y permita un control centralizado de las finanzas. Una especie de «gestora» de la deuda europea, que, según la concibe el presidente del Gobierno, ofrecerá un «asidero» para la confianza en el euro «imprescindible» en el momento actual. El objetivo de profundizar en la unión económica y monetaria ha de tener -propuso Rajoy- un calendario «concreto y creíble» como herramienta para salir del atolladero. Debería ir acompañada de una integración de la supervisión bancaria, de los fondos de garantía de depósitos y de la creación de instrumentos para la capitalización directa de la banca europea.

En definitiva, Rajoy cree que la Unión necesita reforzar su arquitectura y que cada estado ceda soberanía en el ámbito fiscal, de forma que los inversores recuperen la confianza en la moneda única. A su juicio, los problemas del conjunto de la unión monetaria van a «comenzar a resolverse en no mucho tiempo».