NADANDO CON CHOCOS

HAPPY NEW FEAR

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Para la lista opaca de cosas absurdas llevadas a cabo gracias al talento brillante de otros valga esta columna trazada a 953 kilómetros por hora a bordo de un pájaro plateado y panzón que celebra el fin del 2011 con una carrera al Sol sobre el Atlántico en su inmisericorde rotación planetaria. Hace años que un lance literario a 11.000 metros de altura es el pan de cada día para todos esos gurús de cacharro caro y aeropuerto, pero le encuentra uno cierto age a parir este mensaje acariciando las yemas de dos dedos sobre una mesa de luz y soltar esta larguísima e inconexa fila de letras sobre el gran banco de Saint John, en Nueva Escocia, como una raya en el agua.

Desde la perspectiva de la altura, el agujero que tiene el hombre montado allí abajo se ve más negro, sí, pero también más estrecho, más chico. En el hoyo al que quieren hacernos creer que vamos tan derechitos no cabe tanta gente y la cola es larguísima. Quizás tenga razón Pepe Landi y el miedo infinito sea imposible y que se pase más fatiga en la cola del hoyo que en el hoyo mismo. No hay sitio para tanto miedo ni en los mercados ni en el despacho de los jefes ni en el el banco. Los temores tienen fecha de caducidad, en la Caleta y en la Concha, un país que por cierto se hartó de apechugar y de ser apechugado, una tierra y una gente a los que el alivio les ha elevado el paso 15 centímetros del suelo, una nada sobre el Atlántico, pero un mundo entero en el Boulevard de San Sebastián.

Que nadie les desee un Happy New Fear, se metan sus felices nuevos miedos por el mismísimo diferencial de la deuda.