HUELE A SEGUNDA B

Sucede todas las temporadas. Un año sí y otro también siempre suele haber un equipo que desde el primer momento deja claro que tiene toda la pinta de ser la auténtica sensación de la categoría. En el Grupo X de Tercera División ese papel ha recaído este año, y por méritos propios, en el Atlético Sanluqueño.

Clásico entre los clásicos en la categoría, el equipo verdiblanco va enfilado este año hacia la Segunda B, división en la que ya militó durante cinco temporadas entre 1987 y 1992. Mucho tienen que cambiar las cosas para que no sea así. No en vano, los pupilos de Carrete han demostrado en una vuelta casi completa que están a otro nivel en una categoría cada vez más limitada. De hecho, y a no ser que el destino sea muy caprichoso, solo el Mairena de Manolo Sanlúcar y, quizá, el irregular San Fernando puedan plantarle cara. Eso sí, se antoja bastante complicado a estas alturas que el Sanluqueño abandone el liderato. Lograr 42 puntos de 48 posibles, vencer en 14 de 16 partidos jugados, no perder ningún punto en El Palmar y anotar la friolera de 42 goles son registros demoledores.

Y todo ello con una plantilla no demasiado cara (algo más de 13.000 euros al mes cuesta el plantel), pero muy competitiva y capaz de aunar juventud y calidad. En ella se mezclan la seguridad bajo palos de Fran, el trabajo incansable de zagueros como Diego Castillo, Ezequiel o Dani, la efectiva labor de Rubén Pazos, el desborde de Abel o la calidad de Óscar Silva, por poner algunos ejemplos. Todo ello sin contar con la aportación del jerezano Jorge Herrero (que este año se ha destapado en su faceta goleadora) y el acierto rematador de Adrián Gallardo. El isleño acumula 17 goles a estas alturas. Unos números a tener muy en cuenta. Y eso que al final se quedaron sin el concurso de Abel Calatayud (uno de los mejores jugadores de Tercera) por motivos laborales.

Por esas y por otras muchas razones este curso es muy recomendable acudir al Palmar, uno de esos estadios en los que el fútbol se vive de una manera muy especial.