Ana Alonso tomó posesión el pasado viernes como presidenta del Consejo Social de la Universidad de Cádiz. :: ANTONIO VÁZQUEZ
Ciudadanos

«No podemos permitir que el Campus de Excelencia salga de Cádiz. De ninguna de las maneras

Ana Alonso Lorente. Presidenta del Consejo Social de la UCA

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Es presidenta de la Federación de Empresarias de Andalucía, miembro del comité ejecutivo de la CEA y de la junta directiva de la CEOE, además de licenciada en Psicología, directora general de PSICAS y consejera delegada de EVENTIS. Con semejante currículum, contar con Ana Alonso para cualquier proyecto es un lujo. En la UCA lo saben y la han 'fichado' para que presida el Consejo Social. Juró su cargo el viernes y, pese a su reconocida trayectoria, lo afronta con la ilusión del principiante.

-¿Cuál es la finalidad del Consejo Social de la UCA?

-Es un órgano de representación de la sociedad en la universidad, un altavoz. Las competencias que tiene para llevar esto a cabo es ejercer un control presupuestario acerca del gasto y también velar por la calidad de los servicios y la investigación. Por tanto, entiendo que es una promoción de la participación de la sociedad y también, cómo no, que la sociedad comprenda qué hace y de qué manera se planifica y se estructura la universidad. Por resumirlo, podemos decir que el Consejo Social participa de la planificación estratégica de la UCA, pero no gestiona.

-¿Cómo miden esa influencia de la Universidad en la sociedad?

-Yo creo que de dos maneras, una directa y una inducida. Y con un sistema de indicadores. Es decir: ¿Qué estamos haciendo? ¿De qué manera lo estamos haciendo? ¿Qué grado de cumplimiento estamos alcanzando? ¿Qué grado de eficiencia? ¿Qué grado de calidad? ¿De qué manera lo percibe la sociedad? Esto no lo hace sólo el Consejo Económico y Social, sino también el departamento de Economía Financiera de la UCA.

-¿Qué medidas o acciones concretas tiene pensado realizar para acercar la UCA a los ciudadanos?

-Pues yo vengo con un claro compromiso de fomentar esa transmisión, que haya permeabilidad entre la sociedad y la universidad. En dos direcciones: por un lado hacer oír la voz de la UCA en la sociedad y viceversa. Por tanto vengo con la intención de eliminar una serie de barreras que todavía existen. He tenido oportunidad de leer el último informe de la OCDE con respecto a las universidades, que dice por una parte que Andalucía se sustenta en un pilar importante de innovación en la universidad. Lo que viene a decir que tenemos planes muy articulados y muy coherentes. También que tenemos cohesión entre las universidades andaluzas y con las nacionales e internacionales. Estas son buenas noticias, pero además hace una serie de recomendaciones y de estudios que yo recojo, como una disminución de la aportación privada a la universidad o un descenso de la generación de patentes en la universidad. A mí me gustaría tomar este estudio de la OCDE como propio y plantearlo a medio y a largo plazo como meta para este mandato.

-Hasta el jueves, el Campus de Excelencia del Mar era el gran éxito histórico de la UCA, pero parece que el proyecto se ha torcido por la falta de crédito de la UCA. ¿Habrá CEIMAR?

-Tiene que haber CEIMAR. Esta universidad se ha esforzado muchísimo por presentar un proyecto de primera línea y es una gran noticia que se lo hayan concedido a Cádiz. Eso es lo importante, aunque el otro día nos desayunamos con la historia, aunque yo ya tenía el run-run, de que hay problemas crediticios para que la Junta ponga la parte que le corresponde. Esa no es una buena noticia, evidentemente, pero yo me comprometo a hacer cuantas gestiones pueda a pedir a quien corresponda que no se ponga en riesgo este proyecto. Debemos pelear porque se lleve a cabo. Y hacerlo sin utilización de ningún tipo y lograr que toda la sociedad esté unida para lograrlo. Ahora tiene que demostrar el Consejo Social que es capaz de aglutinar todas las voluntades y los gobiernos para que se consiga finalmente que esta buenísima oportunidad de excelencia no salga de Cádiz. De ninguna de las maneras.

-Lo que ocurre es que el tiempo corre en contra. Hay un plazo de un mes para que se conceda el crédito a la Junta y si no ese dinero se perderá, ¿no?

-Así es. Pero tiene que dar tiempo a que se solucione. Yo no trabajo sobre otro escenario.

-¿Pero es optimista o lo ve complicado?

-Quiero ser optimista y voy a poner toda mi voluntad para que se saque hacia adelante. Tanto el rector como la universidad tienen todo mi apoyo y voy a poner todos los mecanismos y todos los esfuerzos para que se consiga. En ese sentido sí soy optimista.

-Otro de los grandes retos es acercar la universidad a la empresa. En parte por ello nació el Plan Bolonia, ¿no?

-El Plan Bolonia es ambiciosísimo. Se trata de poner de acuerdo, interactuar, repensar y reinventar estructuras, mecanismos de acción. Todo esto, que en una microempresa es complicado, lo es mucho más en un espacio europeo y no se consigue en un día. Bolonia lo que plantea es ese intercambio no solo del alumnado, sino también del profesorado. Hablamos en clave de universidad europea y en esto ya tenemos una experiencia grandísima con las Erasmus, Leonardo, etc. Lo que sí ocurre es que tiene que haber una titulación equilibrada y hay que hacer un esfuerzo para que esa titulación sea equivalente a la de otras universidades. Ahora se demandan tanto los conocimientos como la capacidad para desarrollarlos en la sociedad. Hablamos de conocimientos, de prácticas y finalmente de empresas. Y en ese sentido veo el papel del Plan Bolonia en la empresa.

-Más allá de la universidad, usted es empresaria y presidenta de la Federación de Empresarias de Andalucía. ¿Qué diferencias hay entre una mujer empresaria y un hombre empresario?

-Hay varias, aunque primero empezaría por lo que nos une, que son los esfuerzos comunes, los riesgos que asumimos, la tremenda crisis que atravesamos y también las inquietudes por la sociedad y la generación de empleo y de riqueza. Ahora bien, cuando las mujeres accedemos al escenario de hacer empresas nos encontramos con un escenario social, político y económico que no es igualitario. Da igual que una sea política, empleada o empresaria. Del norte o del sur. Son problemas de género que trascienden a las clases sociales, a las edades y a la geografía. En este sentido las mujeres empresarias tenemos problemas de confianza de los mercados. Se cuestiona si una mujer será capaz de sacar adelante determinada empresa, hay desconfianza de proveedores, de clientes... que hacen que no se vaya al mercado en igualdad de competir. Hay también un conservadurismo más acusado por parte de las entidades financieras con los proyectos empresariales liderados por mujeres. Esta época de crisis es terrible para los hombres y absolutamente devastadora para las mujeres. Y cómo no, el problema de conciliación. Los señores triunfan en los espacios públicos porque le dedican todo su tiempo. Y las mujeres no disponemos de todo ese tiempo. Porque no se trata solo de los hijos, también están los padres, las personas dependientes...

-¿Pero ha habido avances en los últimos años?

-Sí, muchísimos. En los últimos quince años los he visto. Tanto legislativos como de cambio de mentalidad en la sociedad. Pero aún queda camino por recorrer.