Sociedad

EL BUEN CAMINO ES MALO

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No tener nada que rectificar sí que es de sabios. No es nuestro caso. Cuesta abajo en la rodada, intentamos enderezar el rumbo y le echamos la culpa al conductor. Ciertamente era un panoli, pero no en mayor grado de simpleza que sus adláteres y sobre todo no el único. Europa entera ha sido raptada por los acontecimientos y se denuncia la crisis de liderazgo. Ya se sabe que los pueblos dan en creer milagrerías y esperan que surja alguien que además de salvar la situación salve a cada uno de sus componentes. Hay que hacer muchas fuerzas y hace mucho calor. Italia sube los impuestos a las rentas más altas y Portugal prefiere elevar el IVA multiplicándolo por cuatro. ¿Quién está en lo cierto para corregir tantos errores? Hay que dar marcha atrás, pero si miramos al espejo retrovisor comprobamos que también hay un abismo a nuestras espaldas.

Conviene seguir los buenos ejemplos, pero no desde demasiado cerca. «Locura es curar todos los humores con una medicina y más en el mismo tiempo». Sobre todo cuando la señora Cospedal ha multado a las farmacias cerradas de Castilla-La Mancha. Hay que tener mucho ojo con las rectificaciones, no sea que el buen camino nos lleve a un sitio peor. El Ministerio de Defensa intenta negociar de nuevo el pago de la facturita de los programas de armamento. Las armas siempre han sido hermanas de las letras de cambio. ¿Cómo se pueden rectificar algunas páginas de nuestra historia sin emborronar un texto que ya era ilegible? El cardenal Antonio María Rouco, que no es que sea más papista que el papa, sino que se lleva poco con él, ha prometido retirar la excomunión a las mujeres que hayan abortado y estén arrepentidas.

Debemos apresurarnos todos y rectificar nuestros errores lo antes posible, no sea que no nos de tiempo a cometer otros nuevos. El perdón, a semejanza del dinero, tiene la capacidad de variar el pasado. El paisaje no es el mismo visto a otra luz. Ni el paisanaje.