Joan Laporta, rabioso independentista catalán, bebe champán francés. ¿Dónde está el cava? :: GTRES
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Afróntalo, macho

Los paparazzi que han cazado a Laporta podrían estar pensando en pasarse a la Antropología

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Dicen que para conocer a alguien de verdad hay que darle un cargo. Bueno, pues la versión veraniega de este adagio universal es que para conocer a alguien todavía más al desnudo hay que ponerle un bañador y subirlo a un yate. Joan Laporta acaba de pasar esa prueba del nueve con estremecedores resultados. Tanto que los paparazzi que lo han inmortalizando navegando por aguas de Formentera, ante tan fascinante hallazgo 'arqueológico', podrían estar pensando seriamente en abandonar su profesión y dedicarse a partir de ahora al estudio pormenorizado de la Antropología, en la rama (nunca mejor dicho) de los homínidos. Rebosante de felicidad y de kilos, el líder de Solidaritat Catalana per la Independència, aparece con un ya apuradísimo puro en una mano y una botella de Moët & Chandon en la otra. ¿Champán francés, un rabioso independentista catalán? Ay, Laporta, ¿y dónde está tu 'solidaritat' con el cava? Vale, que la solidaridad de tu partido no es con el lábel sino con la independencia (independencia para hacer de tu capa un sayo, intuyo), pero aún así, a un furibundo nacionalista como tú el apego a los productos de la tierra se le suponen. Tienes que hacer patria, hombre. Si no, ¿quién va a promocionar el cava? ¿Montilla, que ya en el apellido lleva la denominación de origen de un vino andaluz? ¿Artur Mas, cuyo apellido se da de tortas con la moderación que conviene predicar en el consumo de alcohol? Aunque la verdad es que para excesivo, Laporta. Verlo en ese yate es comprender que hay cosas que nunca cambian. Que no se le puede pedir mesura a este hombre (novio de una veinteañera) que ya en su día, al frente del Barça, se dio una ducha con cava (¿o era champán?) y que basó su campaña electoral en el reparto de billetes falsos de 500 euros para denunciar el expolio fiscal que a su entender sufre Cataluña. Cataluña, puede, pero a él se diría que no le ha ido nada mal. Al menos, en lo económico, porque en lo físico ha criado una notable barriga peluda y ha perdido pelo en la cabeza. Digamos que su cabello se encuentra en esa delicada frontera entre el 'abrótano macho' y el afróntalo, macho. La machada de Laporta sobre ese yate (como dice el chiste mexicano: «Macho, macho, mach o menoch...») contrasta con la machadiana actitud de Ferran Adriá. Él y su hermano también se han subido a un yate. Pero vestidos con polo y camisa de cuadros, y coronados por unos gorros de paja que los alejan de la imagen del magnate y los acercan a la del payés. Están forrados igual, pero no alardean de ello y en estos tiempos de recortes la estética es importante. No ayuda, pero consuela. Dice Adriá que ahora está relajadísimo y que, si llega a saberlo, cierra antes El Bulli. Vaya, otro que ha descubierto 'il dolce far niente'. Espero que no se empache.