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Limpiar dos habitaciones antes de denunciar

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Lleva el membrete de la oficina del fiscal de distrito Cirus R. Vance, Jr., aunque va firmada por dos de sus ayudantes, y es la confesión de que el caso del pueblo contra Dominique Strauss-Kahn ha entrado en una fase de turbulencias para la Fiscalía de Nueva York. Así lo debieron de entender los destinatarios de la carta, los abogados del exdirector del FMI, porque el contenido del escrito es la segunda buena noticia que recibe su defendido desde el pasado 14 de mayo; la primera fue la libertad vigilada que le sacó de la cárcel de Rikers Island.

Los fiscales John 'Artie' McConell y Joan Illuzzi-Orbon confían a sus oponentes, los letrados William W. Taylor y Benjamin Brafman, que la mujer que acusa a Strauss-Kahn de intentar violarla, viuda, de origen guineano y en situación legal en EE UU, falseó datos para conseguir el asilo en el país. La denunciante de DSK aportó un relato sobre ella y su entonces marido plagado de persecución, arrestos y torturas en su país que habría terminado con la muerte de su esposo y la huida de ella.

Llegó a EE UU en 2004 como refugiada -con un visado falso, dijo a los fiscales- y colocó a las autoridades de inmigración una historia fabricada, confiesa ahora, que memorizó escuchando una casete. Obró así para dar consistencia al cuento.

Además, en entrevistas con los fiscales de Nueva York asignados al caso Strauss-Kahn, la denunciante aseguró haber sido víctima de una violación en grupo en Guinea, y proporcionó detalles y lloró. Más tarde admitió que esta agresión nunca ocurrió. De nuevo la casete.

En la semanas que siguieron a su acusación contra DSK, la mujer declaró que tras la supuesta agresión sexual se escondió en un pasillo del Sofitel hasta que vio salir a Strauss-Kahn. Los fiscales, y el gran jurado, saben ahora que no, que limpió dos habitaciones antes de animarse a denunciar.