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No, no era esto

Qué democracia es esta que hace que un ciudadano tenga miedo al salir a la calle

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Dicen que decía un santo judío: Me río de Dios porque veo cómo está hecho el mundo. Digo yo, un laico imperfecto y obsesivo: me río de lo queda del llamado 15M porque veo la forma en que ha terminado. Es una risa hipócrita, de esas que usamos cuando hay la misma posibilidad de llorar.

Lunes por la noche. Madrid. Un grupo de 'indignados' se cita frente al domicilio del alcalde, Ruiz Gallardón. Han puesto en las redes sociales la dirección, y allí se van. Gallardón sale a pasear a su perro. Lo que iba a ser un paseo normal en una noche madrileña cálida empieza en bronca y termina peor. Decenas de personas le llaman mentiroso y fascista. Los insultos salen de la manada, las voces suenan escondidas porque escondidos están los cobardes que terminan llamando hijo de puta al alcalde cuando pretende decirles que están intimidando a su familia, que esto no se hace. No hace un mes que salió alcalde por mayoría absoluta. Pero a ellos, los fascistas que no saben que lo son, no les importa. Normal: cuándo le importaron a un fascista los votos. No, no era esto.

Martes, mediodía en la Puerta del Sol. Quedan pocos en la acampada. Su estética recuerda la de los antisistema, pero me puedo equivocar. Estaba allí. Dos hombres con el torso desnudo, con seguridad cincuentones, discuten por la comida que daban y no dan. Uno de ellos, sin duda parte de la organización (?) dice: Esto no es una ONG. El otro responde: Esto es una cuna de ladrones. Después un señor mayor se les acerca y les dice: No tenéis capacidad para representaros ni a vosotros mismos. Entonces escucho una voz: Viejo, que te den.Que nos dejes en paz. Yo estaba allí. No, no era esto.

Miércoles 15. Rodrigo, el hijo del alcalde, firma un artículo que titula así: De protesta noble a fuente de radicalismo. En él leemos: Ayer tuve miedo al salir de mi casa. Y entonces pienso: qué democracia es esta que hace que un ciudadano tenga miedo al salir a la calle. No, no era esto.

Miércoles, por la mañana. Barcelona. Pleno en el Parlament sobre los recortes a los que se ve obligado Artur Mas ante la pésima situación económica que le deja el tripartito. Los diputados no pueden entrar en la Cámara. Una multitud les insulta y persigue. Da igual la ideología, son políticos. Una consejera llega en una furgoneta de la policía autonómica. El presidente Mas en helicóptero. Y ahí siguen los 'indignados'. ¿Habrán reparado en los autores del estropicio económico? ¿Dónde estaban cuando los Montilla, Carod y Saura mandaban, dónde? No, claro que no es esto. He dicho que río ante el espectáculo. Es la risa más triste y decepcionada del mundo. La risa, enseña Claudio Magris, desmitifica al ídolo poderoso, la estupidez disfrazada de misterio. No lo hay. Simplemente les sobra la democracia. Ese es el misterio.